Cuba… y las Series del Caribe


Hace algún tiempo se viene hablando sobre la reinclusión de Cuba en las Series del Caribe, una competición regional a la que nuestro país había ayudado a instaurar y honrar en gran medida, y de donde lo expulsaron hace más de medio siglo. Pareciera que los años no pasan por gusto y que en un concierto de naciones cada vez más hermanadas, con organismos como la Celac (que Cuba hoy preside), el ALBA y otras, donde se respetan las diferencias, ya se hubieran superado todos los resquemores. Y nada indica lo contrario en nuestra región.
Algunos ilusos piensan que en las riendas de organizaciones tan rentables como las deportivas, hay átomos de independencia. Y es ahí donde yerran. La buena fe suele chocar contra los intereses y, en mayor medida en este caso, con la política. Los directivos de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe, no nos cabe duda, han obrado con transparencia y buena fe en función de la calidad de nuestra pelota. Mas están atados de pies y manos. Sigue sobre ellos el estigma del Gigante de las Siete Leguas.

En septiembre de 1901, como un producto de las Ligas Mayores, en la ciudad de Chicago se fundó la Asociación Nacional de Ligas de Béisbol de los Estados Unidos, que regiría los destinos de las Ligas Menores, surtidoras directas de las Mayores. La Liga Profesional Cubana, que abrió sus puertas mucho antes, en diciembre de 1878, había decidido acercarse a esa institución y se firmó un acuerdo de colaboración, reconocido como Pacto de 1947, donde peloteros de aquel país aumentarían su protagonismo en la Isla, y jugadores cubanos ampliarían el desempeño en los Estados Unidos, incluidas las Grandes Ligas, que detentarían el poder absoluto, ya libres del racismo oficial.

Por la parte cubana firmó el Dr. Julio Sanguily, principal accionista del ALMENDARES, entre otros nueve, y por el Béisbol Organizado lo haría George Trautman, a la sazón Comisionado de las Ligas Menores. Poco después, igual suerte correrían los demás países del Caribe, donde el béisbol figuraba como deporte principal. En otra ocasión nos referiremos a ese pacto “benefactor-intervencionista”, con lados positivos y negativos, que tendría por objeto captar y preparar a los jóvenes talentos de este hemisferio para las Mayores.

El surgimiento y desarrollo de las Series del Caribe no puede verse al margen de aquellos acuerdos. Tan es así, que de ellos se derivarían decisiones trascendentales, como la idea de conformar esas competencias, siempre supervisadas por el Béisbol Organizado, y en Cuba se creó la Asociación de Peloteros Profesionales, con el propósito de evitar la avalancha de jugadores norteamericanos, así como defender la soberanía y el papel de los nativos en la liga criolla, con dos big leaguers a la cabeza: Tomás de la Cruz y Napoléon Reyes. No obstante, se aceptaron condiciones leoninas derivadas de los recursos financieros del poderoso vecino del Norte.

Pero vayamos al asunto que nos ocupa. No es un secreto, que las Ligas Mayores rigen los destinos del béisbol profesional en las Américas, y más allá. A ellas tributa todo un andamiaje de organizaciones que, en el tiempo, han ido desde las Independientes, clases B, C, D, A, AA, AAA (cantera directa) y, en consonancia con lo visto anteriormente, las de otras varias naciones. En la actualidad, escuelas de los YANKEES DE NEW YORK, proliferan en la República Dominicana y otros lares, por solo citar un ejemplo. Por jerarquía en el terreno, Cuba hubiera inaugurado esos “nuevos tiempos”, pues ya en 1952 habían pasado cincuenta y cinco de sus peloteros por las Mayores, y el resto del mundo no llegaba a quince.

Aquel Pacto se extendería a otros países del Caribe, como Venezuela, Puerto Rico y Panamá, lo que trajo como resultado, a instancias de Cuba, el surgimiento de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe. De allí surgió la idea de fundar las Series del Caribe, un hecho que se materializaría del 20 al 25 de febrero de 1949, en el Gran Stadium de La Habana, con la presencia de los equipos campeones de cada país. En aquella edición inicial compitieron el MAYAGÜEZ de Puerto Rico, el ESCOGIDO de Venezuela, el SPUR COLA de Panamá, y por Cuba los ALACRANES DEL ALMENDARES, que se impondrían invictos bajo las órdenes de Fermín Guerra, otrora estelar receptor, el mismo manager que trece años después ganaría con los OCCIDENTALES la primera edición de las Series Nacionales.

Según Wikipedia, la Enciclopedia Libre, un antecedente directo de las Series del Caribe, donde se reunieron algunos de los mejores equipos de esta zona geográfica, data del 18 de octubre de 1946, cuando se inauguró en Caracas la primera Serie Interamericana, ideada por el aficionado y hombre de negocios venezolano Jesús Corao. Aquel torneo duró todo un mes, entre los SULTANES DE MONTERREY, de México; ALL CUBANS (nombre que venía de inicios de siglo), por Cuba; BROOKLYN BUSHWICKS, de Estados Unidos; y el CERVECERÍA DE CARACAS, Venezuela. Allí se impuso el conjunto estadounidense, que repetiría en las siguientes tres ediciones, todas en la capital venezolana. Solo en 1950, con justicia, obtendría el título el CERVECERÍA DE CARACAS.

Por la acogida de los aficionados, prendió la idea de las Series del Caribe. Algunos historiadores otorgan el mérito a los empresarios venezolanos Óscar El Negro Prieto y Pablo Morales, otros afirman que surgió de federativos cubanos. Pero lo real de esta historia es que a finales de 1948, Prieto y Morales presentaron la idea en Miami, ante una convención de la Confederación de Béisbol del Caribe, integrada por Cuba, Puerto Rico, Panamá y Venezuela.

Así las cosas, del 20 al 25 de febrero de 1949, en La Habana, se celebró la primera Serie del Caribe, competencia en la que participarían los cuatro equipos campeones de los países miembros de dicha institución. Las novenas se enfrentarían a dos vueltas en seis días, con dos juegos diarios, aprovechando el clima, el final de las Ligas Nacionales y la etapa de entrenamiento de los jugadores de Ligas Menores y Mayores, donde se desempeñaba un sinnúmero de players. Momento propicio para que los estelares estuvieran presentes, representando a sus respectivas patrias.

En 1949 y 1950, coexistirían la Serie Interamericana y la del Caribe, que terminó por imponerse tras su primera edición de 1949, en el Grand Stadium de La Habana, conocido también como Estadio del Cerro, hoy Latinoamericano, donde nuestro país sería representado por el ALMENDARES campeón de ese año, con varios refuerzos de los equipos perdedores y un total de ocho norteamericanos: el pitcher Eddie Wright, el receptor Mike Sandlock, los jugadores de cuadro Chuck El Hombre Rifle Connors, quien después sería un destacado actor en Hollywood; Granny Hammer, y los jardineros Al Gionfrido, Sam El Sambo Jethroe y Monte Irvin, que llegaría a engrosar las filas del Salón de la Fama de Cooperstown. Lo mismo sucedería con los demás equipos. Todo ello en consonancia con el Pacto de 1947.

Las Series del Caribe deben estudiarse por etapas, la primera de ellas hasta 1960, pues ya en 1961 Cuba fue excluida por razones políticas que han provocado una confrontación intelectual durante más de cincuenta años, entre algunos estudiosos que hablan de la ruptura cubana por la eliminación del profesionalismo y el avance a una sociedad socialista; otros con rigor enjuician una expulsión a todas luces injustificada. Cuba había participado ininterrumpidamente en esos torneos, hasta 1960. De las doce ediciones ganó siete (cinco consecutivas, entre 1956 y 1960), Puerto Rico (4) y Panamá (1). En 1949, Agapito Mayor, el estelar zurdo almendarista, obtuvo tres victorias sin derrotas y resultó el Jugador Más Destacado.

Ya para 1960, el maridaje perfecto Cuba-Estados Unidos comenzaba a deteriorarse en el campo político y económico, y como era de suponer, béisbol incluido. Ese año, que resultaría el último de la fenecida Liga Profesional Cubana, se impuso el CIENFUEGOS, un team que vio crecer sus opciones championables cuando el Béisbol Organizado prohibió la actuación de los jugadores foráneos en la Isla, lo que venía efectuándose desde la campaña de 1907, cuando se incorporaron dos jugadores blancos y diez negros, incluido el inmortal Rube Foster. Otro tanto trataron de hacer con los cubanos que allí se desempeñaban, pero todos en un gesto que los dignifica en la historia, dieron el espaldarazo a su país, a expensas de cualquier represalia.
En una medida inesperada por muchos, no tanto para otros, Ford Fricks, el comisionado de Grandes Ligas, decidió cambiar la sede de la Serie del Caribe La Habana 1961, hacia Venezuela, sin la presencia de los cubanos por “falta de garantías y seguridad para los jugadores”, un pretexto que venía desde el advenimiento del 26 de julio de 1959, cuando se efectuaba un partido entre los CUBAN SUGAR KINGS y el ALAS ROJAS DE ROCHESTER, de la Liga Internacional de la Florida, que se fue a extra inning.

Según el investigador Ismael Sené, citado por Gabriel Molina en Béisbol y Guerra Fría: “El juego se empató y fueron más allá del noveno. Los juegos comenzaban a las nueve de la noche, y ya en extra innings los del ROCHESTER vinieron al bate y anotaron dos carreras. Cuando los CUBANS iban a salir a batear, en el final del inning, llegaron las doce de la noche de ese primer 26 de julio, casi a tres asientos de donde yo estaba se paró un sargento del Ejército Rebelde y comenzó a disparar al aire, en las gradas debe haber habido tres o cuatro mil personas con armas y allí todo el mundo comenzó a disparar…”

La prensa sensacionalista avivó el avispero y se hizo eco acerca de varias heridas (nunca demostradas) a un par de jugadores. Continúa Sené: “Milagrosamente no pasó nada. Es falso lo de las heridas de Cárdenas (Leonardo) o de Frank Verdi, pues todos los jugadores entraron en los club houses, además Verdi jamás pudo explicar cómo una bala le atravesó la gorra y no le dio en la cabeza…”

Bajo ese pretexto, bien aprovechado, se prohibiría al campeón CIENFUEGOS representar a la Isla en su propio patio. La solidaridad de los venezolanos, al rechazar la sede ante un posible débil torneo sin la Mayor de las Antillas, dio al traste con el evento, y Cuba salió con la frente alta de esas competencias, a las que no ha regresado desde hace cincuenta y tres largos años.

A la sazón, el 24 de octubre de 1960, el capitán Felipe Guerra Matos, presidente de la Dirección General de Deportes, se había reunido con los directivos y jugadores de la Liga Profesional Cubana, para informarles que Cuba no permitiría que ningún equipo del país participara en la Serie del Caribe, si le retiraban el derecho a organizarla. La ausencia de nuestro país quebró fuertemente aquellos torneos regionales, pues de setenta y dos partidos efectuados, había ganado cincuenta y dos, con la mayoría de los títulos.

A partir de entonces se celebrarían los llamados Torneos Interamericanos, entre los campeones profesionales de Panamá, Puerto Rico y Venezuela. Así, con altas y bajas, estuvieron compitiendo hasta que se reanudaron con el nombre de Series del Caribe en 1970, con la participación de Venezuela, México, Puerto Rico y República Dominicana. En los últimos tiempos ha sido reclamada la reincorporación de Cuba, al desaparecer la palabra amateur de la Carta Olímpica, e inspirados, quizás, en los Clásicos Mundiales.

Después de varios intentos, se decidió hacerlo a partir de 2014, con la representación criolla de VILLA CLARA, campeón nacional 2012-2013. Al parecer todo estaba listo, hasta que aparecieron nuevos y añejos aires intervencionistas del Pacto de 1947, y las Grandes Ligas se ha interpuesto, apegadas a la Ley Helms Burton, que prohíbe al Departamento del Tesoro hacer erogaciones financieras a nuestro país. Es así como, al parecer, se determinó unilateralmente la negativa, algo que parecía superado después de la participación cubana en los tres primeros Clásicos Mundiales.

Ahora el asunto toma otros matices, pues la última palabra la tendrán los directivos de las Mayores, quienes amenazan con prohibir que jugadores de ese nivel intervengan, lo que incluiría no solo a norteamericanos, sino a cualquier ciudadano caribeño que se desempeñe a su cobija. Y las intenciones de quienes desean abrir las puertas a Cuba en su región natural, se ven maniatadas, merced al don dinero y la política.

¿Qué sucederá? ¿Recibirán el beneplácito del gobierno norteamericano? ¿Se abrirán las viejas y nuevas alamedas? ¿Triunfará el bien sobre el mal? ¿Serán capaces los federativos de esa entidad de enfrentarse al Gigante de las Siete Leguas?

A todas luces esta política parece anacrónica y desquiciada, pero se ampara en uno de los acápites de los ESTATUTOS DE LA CONFEDERACIÓN DE PAÍSES DEL BEISBOL PROFESIONAL DEL CARIBE, donde se delimita con precisión milimétrica: “Ninguna liga de cualquier país puede estar representada en el organismo si su categoría no es profesional…”
En cuanto al carácter competitivo, no es la Serie del Caribe el mejor medidor, son pocos encuentros, donde es difícil dejar sentada la calidad, pero sí es una forma de unir a nuestros pueblos a través del deporte, con diferencias que en un tiempo parecían irreconciliables y hoy reaparecen con aires de moderación y necesario acercamiento, así como tantas otras formas de coexistencia pacífica.

A estas alturas solo queda esperar, y recordar al abuelo Pancho con aquello de: “Vivir por ver…”

SERIES DEL CARIBE CON LA PARTICIPACIÓN DE CUBA
   Año       País sede       Eq. Cubano        Manager             Campeón
1949
Cuba
Almendares
Fermín Guerra
Cuba: 6-0
1950
Puerto Rico
Almendares
Fermín Guerra
Panamá: 5-1
1951
Venezuela
Habana
Miguel Ángel González
Puerto Rico: 5-1
1952
Panamá
Habana
Miguel Ángel González
Cuba: 5-0
1953
Cuba
Habana
Miguel Ángel González
Puerto Rico: 5-0
1954
Puerto Rico
Almendares
Bobby Bragan
Puerto Rico: 4-2
1955
Venezuela
Almendares
Bobby Bragan
Puerto Rico: 5-1
1956
Panamá
Cienfuegos
Oscar Rodríguez
Cuba: 5-1
1957
Cuba
Marianao
Napoleón Reyes
Cuba: 5-1
1958
Puerto Rico
Marianao
Napoleón Reyes
Cuba: 4-2
1959
Venezuela
Almendares
Clemente Sungo Carrera
Cuba: 5-1
1960
Panamá
Cienfuegos
Tony Castaño
Cuba: 6-0


(Con documentación de Wikipedia. La Enciclopedia Libre, Ecured, Jorge Figueredo, Ángel Torres, Félix Julio Alfonso López, Roberto González Echevarría, Severo Nieto, Andrés Pascual, Marino Martínez, Ismael Sené, Norberto Codina, Yasel Porto Gómez, Adonhay Villaverde Blanco, Fernando Rodríguez Álvarez, Jesús Alberto Rubio, Carlos Castillo Barrio, Rogelio Augusto Letusé La O, y otras fuentes).

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