Fidel, gigante de ideas y accionar revolucionario


Transcurría el siglo XX, año 1926, período de turbulencias en Cuba, no solo por causas de carácter económico, político y social, sino también, por el paso por el territorio nacional de uno de los ciclones más intensos registrados en la historia del país.

Precisamente en esa etapa, en tierra fecunda del oriente cubano, en el pueblo de Birán, quiso la naturaleza que naciese el día 13 de agosto del propio año, un peculiar niño nombrado Fidel Castro Ruz, de carácter inquieto, inteligente y rebelde, todo un remolino, pero de ideas y accionar revolucionario.

Muy joven aún, despunta como indiscutible líder estudiantil, excelente orador, aglutinador de las masas y profundamente martiano.

No por casualidad en el Anuario del Colegio Jesuita de Belén al concluir sus estudios en esa institución religiosa quedó patentado: Tiene madera y no faltará el artista. Ya se percibían sus prometedoras condiciones, las cuales no solo eran académicas y deportivas.

Para la década de los años 40 de la pasada centuria, por doquier se hizo sentir su voz denunciando los flagelos de corrupción y servilismo característico de los gobiernos de turno de la llamada “era republicana”.
Con su ejemplar prédica reveló en disímiles momentos los sucios manejos de los politiqueros de la época, desenmascarando las deshonestas intenciones de estos y sus acólitos.
Siendo estudiante de la carrera de Derecho en la Universidad de La Habana mostró sus extraordinarias cualidades como dirigente y patriota, vinculándose en esta etapa al Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), que se manifestaba contra los desmanes del régimen. Y como digno defensor de las causas justas y solidarias del continente participó en el Bogotazo, movimiento popular acontecido en la República de Colombia.

Enérgicamente se pronunció contra el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 protagonizado por el tirano Fulgencio Batista.

Convencido de la necesidad de la lucha armada como única fórmula posible para cambiar el rumbo y destino de la Patria, Fidel organizó en el año del Centenario del natalicio del apóstol José Martí, el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, baluartes de la dictadura. Y aunque la acción militar fracasó, el acontecimiento representó el inicio de la guerra revolucionaria contra el oprobioso régimen.

Expresión de denuncia y profundo amor al pueblo significó su alegato de defensa; “La Historia Me Absolverá”, el cual expuso ante el tribunal que le acusó por los hechos del 26 de julio de 1953, documento en el cual reveló la deplorable situación socio-económica y de miseria en que vivían millones de personas en la nación.

Y como advirtió en el juicio al tirano, la historia lo absolvió, y más aún, el sacrifico y la sangre derramada por esa generación que mantuvo vivo al Maestro, no fue en vano.

A partir del triunfo del Primero de Enero de 1959 se puso en marcha el programa del Moncada, y el Comandante en Jefe junto a su tropa redentora, el Ejército Rebelde, cumplió el compromiso contraído entonces, rindiendo con ello honores a los héroes y mártires de la Patria.

Las ideas que Fidel ha enarbolado por décadas de fecunda vida y quehacer revolucionario se agigantan cada día como faro irradiando luz de soberanía e independencia, no solo para Cuba, sino que ilumina también con potente fuerza, la libertad alcanzada en tierras latinoamericanas y caribeñas.

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