El Che: Un periodista de América

El Che fue compilador de noticias,
redactor y fotógrafo del los juegos
 panamericanos de 1955 en México
Ignacio Damonte

Batirse en armas contra la opresión; curar con sus propias manos; emocionar a miles de personas con discursos memorables, o dejar registro de su escritura sagaz, inteligente, directa y entretenida. El Che Guevara hizo muchas cosas en su vida. En todas ellas puso el cuerpo y la mente siempre por detrás, y obedientes, a sus ideas.

Interminables hojas, artículos, libros, imágenes y audios han tratado de describir a uno de los personajes más importantes de los últimos dos siglos. Hoy le ha tocado a su vocación por contar la realidad. Su realidad.

Guevara fue uno de los periodistas más prolíficos que ha dado nuestro continente. Ha sido el que más ha caminado las rutas latinoamericanas, retratando a cada paso su andar. En forma de bitácoras de viaje, cartas, artículos o discursos, se puede conocer el continente entero y su pluma no falla al describir lo que ven sus ojos.

En el mes de julio, hace exactamente 60 años, emprendía el viaje más importante de su vida. Se despedía de su familia en la terminal de Retiro con un significativo mensaje: “Aquí va un soldado de América”. No sólo eso, lo que también subió a ese tren fue el primer periodista de América. Cada país que lo cobijó hasta su muerte fue protagonista principal de sus crónicas.

EL PRIMER TRABAJO, LA PRIMERA DESILUSIÓN

En esta, su segunda travesía continental, el rosarino abrazó muchas profesiones. En sus pasos por Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Guatemala, y México fue periodista, médico empleado (también desempleado), investigador científico, fotógrafo y hasta maestro de castellano de un norteamericano, antes de convertirse en parte principal de la revolución encabezada por Fidel Castro en Cuba.

Durante su estadía en México, el Che fue corresponsal para una agencia de noticias argentina, creada por Perón.

A tal punto trabajó como periodista que hasta supo sufrir en carne propia la precariedad que muchas veces tiene la profesión. Durante su estadía en México, el Che fue corresponsal para una agencia de noticias argentina, creada por Perón. En meses pasó de la exultación por conseguir el trabajo que le pagaría la pensión, a que la agencia cierre y le quede debiendo todo el sueldo. Él mismo lo contó en una de sus cartas enviadas a su familia en Argentina:

“… Al parecer, el fin del desdichado año económico 54, que me trató como tu cara, coincide con el fin de mis hambres crónicas; tengo un puesto de redactor en la Agencia Latina donde gano 700 pesos mexicanos, es decir, un equivalente a 700 de allí, lo que me da la base económica para subsistir, teniendo, además, la ventaja de que solo me ocupa tres horas, tres veces por semana …”

Apenas cuatro meses después, el Che se encontraba con la cruda realidad de no cobrar un solo peso:

“… tenía el preciado cargo de redactor deportivo de la Agencia Latina, la que funcionaba con capitales emparentados con el Tata que está en la Rosada. Mi trabajo durante los Juegos Panamericanos fue agotador en todo el sentido de la palabra, pues debía hacer de compilador de noticias, redactor, fotógrafo y cicerone de los periodistas que llegaban de América del Sur (…) Mi promedio de horas-sueño no pasó de cuatro durante los Juegos, debido a que yo era también el que revelaba y copiaba las fotografías. Todo este trabajo debía tener su pequeña compensación monetaria en forma de unos $ 4.000 que me corresponderían luego de tanto trajín, pero ocurrió lo inesperado cuando la Agencia Latina se fundió sin previo aviso, de la noche a la mañana y sin pagar…”

LA CIUDAD DE PIEDRA

Antes de esa desilusión profesional, ocurrida en los días previos a conocer a Fidel, el Che se fascinó ante las ruinas del Machu Picchu y el Amazonas. Lo contó con magistrales descripciones de las expediciones en dos crónicas: “Un vistazo a los márgenes del gigante de los ríos” y “Machu Picchu, enigma de piedra en América”. Ambas tienen la particularidad de ser los únicos artículos periodísticos que llevaron la firma de Ernesto Guevara Serna, ya que a partir de ahí siempre utilizaría seudónimos.

Las visitas a estas dos maravillas las relató detalladamente. Además de conocer a fondo la historia detrás del Machu Picchu, demuestra una facilidad para introducirnos junto a él en la selva y descubrir el “Cerro Viejo”, la ciudad de piedra. Siempre que tenia la oportunidad, dejaba en claro su pensamiento americanista y no se conformó con relatar la salvaje conquista del yugo español que convirtió al Machu Pichu en una ciudad en ruinas, sino que también se permite un guiño a la actualidad continental.

Además de conocer a fondo la historia detrás del Machu Picchu, demuestra una facilidad para introducirnos junto a él en la selva y descubrir el “Cerro Viejo”, la ciudad de piedra.

Haciendo referencia a los turistas que llegan a Cuzco los separa en dos grupos: “…el luchador que persigue lo que hoy se llama quimera, el de un brazo extendido hacia el futuro cuya voz de piedra grita con alcance continental: “ciudades de Indoamérica, reconquistad el pasado”; para otros, aquellos que simplemente “huyen del mundanal ruido”, es válida una frase anotada en el libro de visitantes que tiene el hotel y que un súbdito inglés dejó estampada con toda la amargura de su añoranza imperial: “I am lucky to find a place without a Coca-Cola propaganda (Tengo suerte de encontrar un lugar sin una propaganda de Coca Cola)”

CAE UN GOBIERNO, NACE UN REVOLUCIONARIO

En este viaje por Latinoamérica hubo un hecho que marcó a fuego al Che, una situación que radicalizó su visión progresista y de izquierda. La historia dice que durante su estadía en Guatemala (1953) conoció a la que sería su primera esposa y madre de una de sus hijas, Hilda Gadea. Ella tenía un puesto en las Naciones Unidas, militaba en política y se había escapado de Perú espantada por las relaciones espurias entre su gobierno y Estados Unidos. Llegó a Guatemala esperando respirar aire nuevo en un país que impulsaba reformas progresistas profundas.

Junto al Che, Hilda defendió la presidencia izquierdista de Jacobo Arbenz de los intentos golpistas norteamericanos. Las medidas de índole social y económico, sostenidas por la reforma agraria, fueron la gota que colmó el vaso de la CIA, que junto a sectores reaccionarios, forzó un golpe de estado. Se llevaron puestos al presidente y con él los sueños de libertad de Guevara.

En el libro escrito por el padre del Che, Ernesto Guevara Lynch, “Aquí va un soldado de América”, se publican cartas que el guerrillero envió a su familia durante la estadía en Guatemala. Son de obligada lectura para aquél que quiera conocer cómo creció el sentir revolucionario del argentino. Allí además se pueden leer sus dos primeros artículos con lenguaje periodístico y tono crítico, que demuestran su radicalización de posturas. Se trata de “El Dilema de Guatemala” y “La clase obrera de los EE.UU, ¿amiga o enemiga?”.

Durante esos nueve meses en tierras guatemaltecas quiso ser médico pero se resistió a tener que afiliarse al partido oficial. Al mismo tiempo comenzó a escribir su primer libro que no pudo concluir, “La función del médico en América Latina”, un manual de medicina social para que el médico se construya en un eje central de la sociedad.

En Guatemala comenzó a escribir su primer libro, “La función del médico en América Latina”, un manual de medicina social para que el médico sea el eje central de la sociedad.

Decidió irse a México, donde lo frustró la experiencia de Agencia Latina y los miles de pesos que le debían, pero fortaleció su relación con los Castro. No volvería a ejercer de periodista hasta su incursión en la lucha guerrillera.

CONTAR LA REVOLUCIÓN DESDE ADENTRO

Dentro de la Sierra Maestra, en el medio de la guerrilla montada para derrocar a Fulgencio Batista, el Che desarrolló un poder narrativo impresionante, con un caudal nunca visto, dadas las circunstancias, abarcando todos los estilos y géneros. Fundó el periódico El Cubano Libre y Radio Rebelde desde la clandestinidad, el boletín Patria y llevó su propio diario de combatiente. Tenía una clara preocupación por la creación de medios de difusión que contribuyeran a dar conocimiento de la guerra.

El 1 de enero de 1959 el Movimiento 26 de julio ingresó victorioso a La Habana, tras más de un año de lucha clandestina en la selva. A partir de ese momento el Che se puso bajo las órdenes de la revolución realizando cuanto trabajo se necesitase. Así queda al frente de la que sería la empresa periodística más ambiciosa de su vida: Prensa Latina, una agencia de noticias que difundiría a todo el continente un mismo mensaje, unir la Patria Grande.

La experiencia comenzó en Cuba. El Che le encomendó a Jorge Masetti la dirección de esta nuevo medio que llegaría para contrarrestar las informaciones que vertían por la isla las agencias de noticias estadounidenses Associated Press (AP) y United Press International (UPI). El objetivo fue crear “un nuevo periodismo revolucionario”.

Queda al frente de la empresa periodística más ambiciosa de su vida: Prensa Latina, una agencia de noticias que difundiría a todo el continente un mismo mensaje, unir la Patria Grande.

Por las filas de esta agencia pasaron escritores y periodistas de la talla de Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Juan Carlos Onetti, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Waldo Frank. Al día de hoy sigue funcionando con corresponsalías en los cinco continentes, emitiendo noticias de América Latina a todo el mundo en español, inglés, portugués, italiano, ruso y turco.

Antes de su muerte la cantidad de escritos y artículos del Che fue creciendo: creó la Revista Verde Olivo, para la cuál escribió más de 80 artículos, entre ellos los 29 capítulos de “Pasajes de la Guerrilla Revolucionaria”, y una serie de crónicas de viaje en las que cuenta sus experiencias en la República Árabe Unida, la India, Japón, Indonesia, Ceilán, Pakistán y Yugoslavia. También redactó “El socialismo y el Hombre nuevo”, en el semanario uruguayo “Marcha” y publicó uno de sus últimos ensayos poco antes de adentrarse en la selva boliviana llamado “Crear dos, tres, muchos Vietnam… es la consigna”.

EL CHE MUERE, LOS TEXTOS QUEDAN

Quizás sin quererlo el Che dejó una enseñanza para todo periodista que se precie de tal y quiera comunicar con la verdad. Cuando se aprestaba a contar lo sucedido en Sierra Maestra en “Pasajes…” decidió reunirse con cada uno de sus compañeros guerrilleros para poder relatar la historia sin fisuras y sustentada en hechos reales. Les dijo:

“…sólo pedimos que sea veraz el narrador… Pedimos que después de escribir, en la forma en que cada uno pueda, según su educación y su disposición, se haga una autocritica lo más seria posible para quitar toda palabra que no se refiera a un hecho estrictamente cierto o de cuya certeza no tenga el autor plena seguridad…”

Fidel Castro se encargó de describir la forma en que su compañero guerrillero se enfrentaba a la tinta y el papel:

“…sus narraciones de la guerra son insuperables. La profundidad de su pensamiento es impresionante. Nunca escribió sobre nada que no lo hiciese con extraordinaria seriedad, con extraordinaria profundidad (…) Y así, como fruto de esa inteligencia vigorosa y profunda, nos dejó infinidad de recuerdos, infinidad de relatos, que sin su trabajo, sin su esfuerzo, habrían podido tal vez olvidarse por siempre…”

Fidel dijo de los textos del Che: “Sus narraciones de la guerra son insuperables. La profundidad de su pensamiento es impresionante”

Este segundo viaje duró 6 años hasta que el Che ingresó a Cuba. Su paso vertiginoso por cada país dejó una experiencia en papel a la cuál años después podemos acudir para conocer su pensar. Por supuesto que mucho de lo que escribió, por no decir todo, tiene una fuerte presencia de sus ideales. Esas ideas fueron las que lo empujaron a tomar ese tren en julio del 1953 para convertirse en un soldado de América, sin saber que en el medio se convertiría en un cronista continental.

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