Chicos, ¿cuáles poetas leen ustedes?
Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo
E-mail: josemlct11@hotmail.com
Soy un sociólogo frustrado. Creo que mi decepción se ahondó cuando hace décadas teorizaba sobre Comte, el padre de la sociología, y un diputado de entonces, que dizque me escuchaba, me cuestionó si me refería a una toalla sanitaria. Disfruto las situaciones que en el acto se transforman en inolvidables, siempre y cuando sean sanas y no perjudiquen a nadie.
De todas maneras, he seguido con mis pretensiones sociológicas, bajo el argumento que complementan el derecho y la política, dos ciencias que me fascinan, la primera para vivir y servir, la segunda para sólo servir, resaltando que en ocasiones los profesionales de la sociología resultan algo complicados.
En mis “estudios” decidí conocer cuáles eran los poetas preferidos por las nuevas generaciones. Incluso hice mis cálculos en el sentido de que antes una generación comprendía alrededor de 30 años y ahora pueden cohabitar dos o hasta tres en un mismo escenario imberbe. Entre nuestros bisabuelos y tatarabuelos había parecida igualdad de formación y comportamiento, pero entre nosotros, nuestros hijos y los que apenas hablan, el abismo es enorme.
Los poetas representaban un extraordinario parámetro para evaluar las diferencias entre los gustos literarios de antes y de ahora. En mi época todos sabíamos “Hay un país en el mundo”, de don Pedro Mir, nuestro Poeta Nacional; nos deleitábamos leyendo a nuestra Salomé Ureña de Henríquez y a don Manuel del Cabral; y nos íbamos al Sur, para encontrarnos con Neruda, Gabriela, Borges; añorábamos a la Madre Patria con Machado, Miguel Hernández, García Lorca; o nos abrazábamos con nuestros hermanos cercanos, y recitábamos a Rubén Darío y a Martí. Muchos pertenecimos a un grupo de poesía coreada, y casi todos escribimos alguna estrofa a nuestra madre, al maestro o a aquella doncella que nunca nos correspondió.
¿Quiénes serían los protagonistas de ahora? ¿Acaso gravitarían los mismos de nosotros? ¿Cuáles recientes personajes invadirían las musas de las nuevas generaciones? Hasta concluí que eso podría determinar las razones de ciertas conductas, pues lo que se lee influye en el pensamiento y en la acción de una época.
El momento oportuno llegó. Era un ameno encuentro de niños y jóvenes. A los que conocía me les acerqué, con cierto aire doctoral. -Chicos, ¿les puedo preguntar algo? –Claro, don Pedro, me respondieron, y ya por lo de “don” estaba algo incómodo. - ¿Cuáles poetas leen ustedes?, proseguí. Me miraron fríamente, y casi al unísono me respondieron: esa materia no nos la han dado en el colegio.
Guardé silencio, con más vergüenza ajena que propia. Recordé al legislador aquel, que siempre tendrá generaciones para sustituirle, y reflexioné sociológicamente que será fácil destacarse entre ellas: bastará con leer y seguir buenos ejemplos.
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