Huchi Lora: Llamado a muerte hecho por nacionalistas busca callar a la sociedad

Huchi Lora, periodistaAriel Díaz-Alejo/Acento.com.do
El mensaje es: Al que habla, nos lo comemos vivo.

SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El periodista Huchi Lora, afirmó que el grupo de personas responsables de una campaña difamatoria contra él y el también periodista Juan Bolívar Díaz, buscan más que agredir a dos periodistas que durante décadas han hecho uso del derecho a la libre expresión, “callar a la sociedad”.

Lora advirtió que si se cumple el mandato de los nacionalistas de “muerte a los traidores” no será obra de ningún fanático, “sino de aquellos que concibieron la campaña de difamación, que mandaron a hacer caricaturas, que concibieron las infamias y que, para realizarlas gastaron cientos de miles para ordenar la impresión de tres millones de volantes, al menos para la primera orden, y contrataron avionetas y helicópteros para llenar nuestro territorio de basura. Si se cumple la sentencia, nadie se confunda atribuyéndola a fanatismo alguno”.

Situación por la cual, Lora afirma que se siente en el deber de enfrentar “semejantes propósitos”.

A continuación, las declaraciones de Huchi Lora:

Las amenazas primero, y las imputaciones infamantes, no son más no son el producto de ningún fanatismo, sino de un propósito totalitario.

Los propósitos que llevan a un grupo a constituirse en tribunal para declarar traidores a la patria a quienes disienten de la decisión de un tribunal, y recomienda darles muerte, tiene suficiente ferocidad como para lanzar imputaciones que, por supuesto, habrán de dilucidarse en la justicia.

Si se cumple su sentencia de “muerte a los traidores” no será obra de ningún fanático, sino de aquellos que concibieron la campaña de difamación, que mandaron a hacer caricaturas, que concibieron las infamias y que, para realizarlas gastaron cientos de miles para ordenar la impresión de tres millones de volantes, al menos para la primera orden, y contrataron avionetas y helicópteros para llenar nuestro territorio de basura. Si se cumple la sentencia, nadie se confunda atribuyéndola a fanatismo alguno.

Esta agresión aparenta ser contra dos periodistas que durante décadas han hecho uso del derecho a la libre expresión, pero en realidad el propósito es callar a la sociedad.

En esta sociedad hay mucho silencio, sobre todo porque ya no hay partidos que compitan en proyectos de nación de diferentes visiones, sino que se han convertido en agrupaciones comerciales con un solo propósito: Depredar al Estado.

Todos coinciden en el barrilito, en las contratas, en los conflictos de intereses, en la corrupción, Por tanto, no hay voces disidentes en el escenario político.

Así ha venido a ocurrir que las únicas críticas salen de la prensa y de organizaciones de la sociedad civil que abogan por la justicia, por la democracia, por la institucionalidad y por los derechos humanos.

Son las únicas voces críticas y el propósito es silenciarlas. Por eso, a quien disiente de una sentencia, le declaran traidor y decretan su muerte. La justificación, completamente inconsistente, es presentarlos como perpetradores de un grave crimen como es la traición a la patria, infamia que ya fue cometida por Pedro Santana contra Juan Pablo Duarte, también con un propósito definido: Entregar la soberanía de la recién nacida RD en 1844.

Se busca el silencio. Ya se cuenta con mucho, pero les interesa que sea total.

Esto ya no tiene que ver con sentencias ni con problemas migratorios, sino con aprestos totalitarios. Esto tiene que ver con el país que nos tienen diseñado para tiempos muy cercanos: Un país donde no se pueda hablar.

Necesitan desembarazarse de las denuncias de hechos de corrupción, como la concertación de contratos onerosos para la patria que dicen defender.

Para eso necesitan silencio y por eso estas agresiones constituyen un mensaje, no para los agredidos directos, sino para todo el ejercicio de la libre expresión, para todos los comunicadores y para todos los ciudadanos.

El mensaje es: Al que habla, nos lo comemos vivo.

Por eso nos sentimos en el deber de enfrentar semejantes propósitos.

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