Falsos cristianos, falsos duartianos

J.C. Malone 

Nueva York.- Su familia llegó de Nazaret, lo parieron en Belén y huyeron a Egipto. Retornaron a Nazaret, a los 12 años se ausentó y volvió a los 30 confesando su espíritu extranjero: “Mi reino no es de este mundo”. Jesucristo nació, vivió y murió como inmigrante.

La Biblia tiene más de 200 citas defendiendo a los inmigrantes. Quien ignore al Jesús inmigrante y 200 mandatos bíblicos no “representa” a Cristo. Quien convierta su púlpito en una tribuna de odio contra los inmigrantes y los mandatos bíblicos, defendiendo un falso “nacionalismo”, es un cristiano falso de toda falsedad.

Juan Pablo Duarte, otro inmigrante, estudió tres años en Europa, vino, fundó la Trinitaria, huyó en 1843, retornó en marzo del 1844 y luego Santana lo deporta. Retorna en 1864 y ese año vuelve a Venezuela. Ahí vivió y murió el Duarte inmigrante en 1876.

Vivió 36 de sus 63 años siendo inmigrante. Quien pisotea al extranjero, pisotea la experiencia vital de Duarte.

Los nativistas y patrioteros usan a Cristo y a Duarte abusando de los inmigrantes con argumentos ridículos.

El Gobierno dominicano aplica la Constitución de Haití, no la dominicana, para decidir la nacionalidad en territorio dominicano.

Los hijos de inmigrantes haitianos solo pueden ser haitianos si aplicamos la Constitución haitiana sobre la dominicana. Si le aplicaran a los hijos de extranjeros las constituciones de los países de sus padres, ¿Qué importancia tiene la Constitución dominicana?.

Aplicar la Constitución haitiana en territorio dominicano para “librarnos de la haitianización” es un reverendísimo disparate. Si la Constitución haitiana decide la nacionalidad en toda la isla, aquellas damas tienen razón: “Todos Somos Haití”.

Desnacionalizar descendientes de inmigrantes es inhumano, anticristiano y antiduartiano. 

Castigar a los hijos por “delitos” de sus padres, inmigración ilegal, es tan trujillista como castigar a los descendientes de quienes mataron al tirano.

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