42 años después: Las muertes de Amaury Germán Aristy y sus compañeros
Los Palmeros |
Los cadáveres de los cuatro jóvenes, de acuerdo con El Nacional del 14 de enero, fueron acuchillados por los militares después que cayeron sin vidas y presentaban golpeaduras y quemaduras. Sus familiares denunciaron que las autoridades se ensañaron contra sus cadáveres y los masacraron aunque ya estaban muertos, para hacerle a los cuerpos lo que no se atrevieron a hacerle cuando estaban vivos.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La permanente y tensa situación política que vivió la República Dominicana durante los doce años de gobierno de Joaquín Balaguer (1966-1978) alcanzó su clímax el 12 de enero de 1972, cuando los organismos de seguridad descubrieron el escondiste utilizado por cuatro líderes del Grupo conocido como los “Comandos de la Resistencia” o “Grupo Amaury”, quienes murieron, después de 15 horas de combates contra tropas militares y policiales.
Los revolucionarios detectados y ultimados en una residencia ubicada el kilometro 14 de la Autopista de Las Américas, fueron Amaury Germán Aristy (líder del grupo), Virgilio Perdomo, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), y Ulises Cerón Polanco. Eran perseguidos por la policía bajo la excusa de que, junto a otros revolucionarios, habían asaltados la sucursal The Royal Bank of Canada, el 8 de noviembre de 1969, pero realmente porque constituían la base político-militar de la expedición armada que desde Cuba preparaba el Coronel Francisco Alberto Deñó, jefe de la estructura conocida como “Los Palmeros”.
Los Palmeros estaban integrados por izquierdistas seguidores del Coronel de Abril, quien, bajo el nombre de “Román”, dirigía el entrenamiento militar en las sierras cubanas desde 1968. Amaury y sus compañeros formaban una avanzada de guerrilleros urbanos que tenía como objetivo preparar la base político-militar de la esperada expedición guerrillera. Antes de integrarse a Los Palmeros, aquellos revolucionarios habían estado vinculados al Movimiento Revolucionario 14 de Junio. Al momento de sus muertes, los Comandos de la Resistencia se encontraban virtualmente aislados de la organización madre, debido a las intrigas de los agentes infiltrados en Cuba, quienes habían provocado que Caamaño perdiera su confianza en ellos. Se dice que Virgilio (Villo) Gómez Suardí, que llegado a Cuba en 1970, llevó la idea a Caamaño de que Virgilio Perdomo era un agente del enemigo infiltrado en el grupo de Santo Domingo, lo que era falso. Caamaño rompió los contactos con los “Comandos” cortándole los recursos necesarios para su accionar.
La acción policial
El cerco militar y policial se inició en la madrugada del 12 de enero y se prolongó durante gran parte del día, en medio de los combates, en los que participaron más de 500 efectivos, aunque oficiales policiales dijeron que solo fueron 250 hombres. Los combatientes revolucionarios se pertrecharon en una cueva que estaba próxima a la residencia que utilizaban como escondiste y allí resistieron hasta encontrar la muerte.
Una versión de lo que pasó el 12 de enero, firmada por el periodista Luis Eduardo (Huchi) Lora, apareció en la revista Ahora del 24 de enero del mismo año: “El 8 de noviembre de 1970 se produjo un hecho que marcó su fin y el de otros izquierdistas: el asalto a The Royal Bank of Canada. Poco después la Policía anunció que el asalto fue cometido por Amaury Germán Aristy, Plinio Matos Moquete, Harry Jiménez, Virgilio Eugenio Perdomo Pérez, Ulises Arquímedes Cerón Polanco, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), y otras personas. Pero esos seis eran los prófugos”.
“Se ofreció recompensas para quienes ofrecieran datos que condujeran a su captura. Luego la Policía dijo que ese grupo estaba comprando armas y que planeaba varios actos terroristas, incluyendo secuestros de altas personalidades del gobierno y del cuerpo diplomático. La institución policial les ofreció garantías para que se entregaran y ellos rehusaron, declarando que no creían en eso por los antecedentes de izquierdistas que han sido asesinados después de entregarse”.
“Fuerzas policiales emprendieron una búsqueda minuciosa y realizaron allanamientos masivos en amplias zonas de la capital, sin ningún resultado. El 12 de enero la Policía dio con Amaury, Virgilio, Ulises y La Chuta, quienes estaban ocultos en una casa internada entre matorrales, en el kilómetro 14 de la autopista de Las Américas, al Este de Santo Domingo. Se tendió un cerco insalvable a los cuatro jóvenes, y en las primeras horas del miércoles 12, se produjo el primer enfrentamiento entre la Policía y los jóvenes, cayendo, por un lado, La Chuta y Ulieses, y, por el otro el capitán Virgilio Feliz Almánzar Fernández y dos rasos”. Las tropas de la policía estuvieron dirigidas personalmente por el general Nivar Seijas, con la presencia de altos oficiales de las Fuerzas Armadas.
“Sólo quedaban Amaury y Virgilio, quienes se internaron en una cueva cercana a la casa que les servía de escondite. Allí se parapetaron dispuestos a vender caras sus vidas, y así lo hicieron. Resistieron hasta horas de la tarde a todo un ejército que se fue haciendo cada vez más grande con refuerzos de la Policía Nacional, la Fuerza Aérea Dominicana, El Ejercito Nacional y la Marina de Guerra. Aviones, tanques, carros de asaltos, helicópteros, cañones, morteros y otras armas pesadas fueron desplazadas para enfrentar a los dos jóvenes, que finalmente cayeron, como cayeron, además del capitán Almánzar Fernández, el teniente José Brito Rodríguez y los rasos Benis Perdomo Ferreras, Héctor Inés Alcalá, José Rodríguez Liriano, Daniel Pérez Corporán, Martín de Jesús Ortiz y Cristo del Rosario Pérez Cuesta”.
Los cadáveres de los cuatro jóvenes, de acuerdo con El Nacional del 14 de enero, fueron acuchillados por los militares después que cayeron sin vidas y presentaban golpeaduras y quemaduras. Sus familiares denunciaron que las autoridades se ensañaron contra sus cadáveres y los masacraron aunque ya estaban muertos, para hacerle a los cuerpos lo que no se atrevieron a hacerle cuando estaban vivos. A todos trataron de cortarle las cabezas, de acuerdo a las señales que presentaban en el cuello, que habían sido seccionados casi totalmente.
Aquel día la sociedad se mantuvo en vilo a la espera del desenlace con la creencia de que con un operativo tan masivo de policías y militares los guerrilleros urbanos iban a ser capturados vivo, pues se entendía que sólo había que esperar que se les acabaran las municiones, y porque se les tenía en “un callejón sin salidas”, pero a decir de la revista Ahora, la opinión pública entendía que la decisión de aniquilarlo se debió a la orientación de los consejeros militares extranjeros. Igual opinión externó el Profesor Juan Bosch en un discurso del 13 de enero en el que analizó el hecho de sangre. La prensa publicó la presencia de un avión de guerra norteamericano, y se dijo que prestó apoyo logístico a los militares utilizando técnicas que permitían con precisión la ubicación del grupo de revolucionarios. Estas informaciones fueron categóricamente desmentidas por el jefe de la Policía Nacional y por la Embajada de los Estados Unidos.
Mientras se sucedían los combates y los familiares y amigos de los revolucionarios se encontraban en las proximidades de la zona de enfrentamiento tratando de buscar una salida que preservara las vidas de los izquierdistas, una comisión negociadora formada por el rector de la UASD Rafael Kasse Acta, el Nuncio de Su Santidad, Monseñor Luciano Storero, Rafael Herrera director del Listín Diario y Germán Emilio Ornes director de El Caribe, solicitaron una cita con el doctor Balaguer para evitar las muertes de los jóvenes. La cita fue concedida para las seis de la tarde, después que los militares habían terminado con la vida de los miembros de los Comandos de la Resistencia.
Final de los enfrentamientos
Al caer la tarde de aquel 12 de enero, fueron contabilizados 12 muertos y 7 heridos, entre estos últimos un primer teniente y un sargento mayor. Además la policía realizó redadas y apresó jóvenes vinculados con Amaury, entre ellos el auditor de la UASD, quien sirvió de garante al estudiante que alquiló la casa donde cayó Amaury y sus compañeros. Se interrogó además al estudiante Cesar A. Félix Santana, quien había sido detenido próximo al kilometro 14 de autopista Las Américas, antes de que se iniciaran los combates. Todos fueron acusados de cómplices de los caídos.
Las preguntas hechas por Orlando Martínez al Jefe de la Policía, general Neit Rafael Nivar Seijas, y publicadas en la revista Ahora numero 428, del 24 de enero de 1972, ayudan a entender parte de los detalles de este acontecimiento y la situación derivada de aquel acontecimiento. Las preguntas fueron contestadas por el general negando las que guardaban relación con los estados Unidos y justificando las vinculadas con las muertes de los revolucionarios: “Algunos dicen que después de la muerte de los acusados del robo al Royal Bank of Canada, su prestigio, especialmente en las capas medias de la sociedad, ha descendido notablemente. ¿Qué opina usted sobre el Particular?”, “Se dice, al mismo tiempo, que los sectores económicos poderosos vieron con agrado la forma en que fue conducido la operación de cerco y aniquilamiento contra esos jóvenes. ¿Tiene usted algún interés especial en ganarse el apoyo de esos grupos?”, “¿Es cierto que, además de capturar a los implicados en el asalto al Royal, los cercos realizados buscan probar las tácticas de contrainsurgencia que enseñaron los asesores militares norteamericanos a las Fuerzas Armadas y Policía dominicana?”, “Solicitó usted la denunciada colaboración norteamericana en la operación que culminó con la muerte de cuatro miembros de los Comandos de la Resistencia?”, “Existen dos tipo de cerco: uno que persigue el aniquilamiento del adversario y otro que trata de conseguir su rendición por medios persuasivos. Si los cercados se encontraban en incapacidad absoluta de ir a la ofensiva, ¿por qué no se utilizó el segundo?”, “En los últimos días se observa un cambio de actitud de la Policía en sus relaciones con la población (entierros dispersados a tiros, golpeo de detenidos, intenso patrullaje de las calles, dificultades de los periodistas para desempeñar su labor), que recuerda en gran medida la adoptada por la anterior jefatura, ¿Cuales razones han producido ese cambio?”, “En los últimos allanamientos la Policía ha continuado la repudiada práctica de incautarse los libros de carácter marxista, ¿Se debe a instrucciones suyas o a acciones individuales de algunos policías?”, “¿Por qué no se termina de una vez y para siempre con esa actitud medieval?”.
“¿Cree usted justo que se inculque en los miembros de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional que su principal misión es luchar contra el comunismo?”, “Amplios sectores de la oposición han denunciado la existencia de una ramificación de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos en el país, ¿Si la Policía Nacional constata ese hecho, tomaría medidas contra ella?”, “¿No le parece a usted ridículo el despliegue militar realizado para enfrentar a Amaury y Virgilio Perdomo?”.
Un grupo de verdaderos valientes
La muerte de Amaury Germán y sus compañeros en la autopista de Las Américas llevó de inmediato al debate y al cuestionamiento público, todo lo relativo con los métodos y tácticas de luchas de las organizaciones revolucionarias de América Latina y en especial de la República Dominicana. Juan Bosch se refirió a estos aspectos en su discurso por Tribuna Democrática, órgano radial del PRD el 13 de enero, diciendo: “Los acontecimientos de ayer vienen a remachar lecciones muy duras que están recibiendo desde hace años los jóvenes revolucionarios de la América Latina. La lucha por la liberación de nuestro país requieren que se usen métodos apropiados”; contrarios a Bosch otros entendían que sí cuatro jóvenes resistieron 15 horas combatiendo contra tropas técnica y numéricamente superior, con diez grupos como ese se derrotarían las fuerzas del gobierno y se instauraría un régimen revolucionario. El futuro se encargaría de confirmar o negar ambas posiciones.
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