Lo que viví en Panamá (+Videos)
Rouslyn Navia Jordán
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com
No pudiera contarles ahora cómo luce el Canal, o qué opinión me merecen los lugares históricos y culturales de la ciudad de Panamá. No los vi, no recorrí Panamá cámara en mano, de turista, disfrutando sin prisas de su arquitectura y belleza. No hubo tiempo para eso.
Puedo, sin embargo, contarles cómo, y con qué fervor, resonaba el Himno del 26 de julio entonado por los cubanos que se retiraban de la inauguración del Foro de la Sociedad Civil, evento paralelo previo a la Cumbre presidencial. Puedo, asimismo, hablarles de la indignación que se siente en el pecho cuando te ves frente a frente con personas a las que desprecias profundamente por su vileza.
Puedo narrarles lo que se experimenta al ver en las noticias de la noche en televisión cómo se manipula y tergiversa todo lo que hicimos durante la jornada.
Pudiera, además, aludir a lo que significó para muchos cubanos corear El Necio (en especial algunos fragmentos) junto a Silvio en aquel parqueo universitario, devenido sitio de encuentro para tantas personas, muchas de ellas delegados juveniles, quienes prefirieron la música cubana antes que aquel “mejor centro nocturno de la ciudad” que ofrecían con total exclusividad los organizadores del Foro de Jóvenes a modo de clausura del evento.
Pudiera hablar de tantas cosas…hay tanto que decir sobre lo que se vivió en Panamá, queda tanto debate en las redes sociales, en los blogs, tantas respuestas, y réplicas, y contrarréplicas en los medios digitales y en las calles que no sabría ni por dónde comenzar. Quizás sea mejor el principio…veremos qué sale luego.
Para quienes me conocen personal y profundamente, saben que viajar fuera de Cuba nunca estuvo entre mis prioridades, y menos aún desde que soy madre: poner un trozo de mar entre Alejandrito y yo me aterra (aún) porque me asalta un miedo feroz ante la imposibilidad de correr a su encuentro cuando se me antoje o cuando me necesite. Solo de ponerme a darle vueltas al asunto en mi cabeza me atormenta, pues se me ocurren miles de situaciones desesperadas y desesperantes en las que Ale clama mi presencia y yo lloro de impotencia. Al menos desde La Habana, donde me encuentro trabajando desde hace casi dos años, estoy a solo 100 Km de casa, una hora de camino en caso de alguna contingencia, y eso en cierto modo me consuela. Pero irme a un lugar del que no pueda volver en cuestión de minutos…uff, es una decisión dura.
Pero ahí me vi un día de febrero, rellenando formularios inacabables online, postulándome junto con mi colega/amiga/jefa/compañera de piso Yisell Rodríguez Milán para participar en el IV Foro de Jóvenes de Las Américas de Panamá y aportar nuestras experiencias como blogueras pero, fundamentalmente, como cubanas en la cita regional.
Todo a expensas de la aprobación de un comité organizador que eligiría entre cientos de postulantes a aquellos que considerara ¿interesantes? y sin poder mover un dedo hasta saber si sí, o si no…fueron días inciertos. Y luego la aceptación por correo, y el entusiasmo (y el susto de “ahora si va en serio”), y más formularios, y el corre corre con los trámites ordinarios ¿cómo se solicita una visa? ¿y el pasaporte? ¿y cómo llego a Panamá? ¿se puede ir nadando?
Tuvimos que solicitar ayuda para muchas de esas gestiones, la UPEC, el periódico…las organizaciones a las que pertenecemos y nos representan (y representamos en determinados contextos) nos apoyaron en asuntos para los que otros jóvenes cubanos también se veían precisados de asistencia. Y, así, terminamos convertidos en lo que algunos terminaron por llamar “delegación”, aunque Lisandra, trabajadora por cuenta propia, venía desde Camajuaní, Villa Clara; Dianet llegaba desde Cárdenas, en Matanzas, como presidenta del Movimiento Juvenil Cristiano, y Rainald Pablo se presentaba como trabajador del Centro de Inmunoensayo mientras nos entusiasmaba y admiraba describiendo su contenido laboral. ¡Vaya, y qué diversa “delegación” la nuestra!
Y finalmente, el viaje. No sabía que detestaba volar, pero ya lo sé. Pasé aquellas dos horas con una risa nerviosa que trataba de disimular el miedo, y tratando en vano de concentrarme en ver una versión animada de Rebelión en la Granja, el tan mentado libro de George Orwell que hace algunos años (bastantes) leí.
La llegada a Panamá ya de noche, llenar por primera vez en mi vida planillas de inmigración, y luego el viaje en guagua directo desde el aeropuerto hacia la Universidad de Panamá para, sin quitarnos el polvo del camino, reunirnos con los otros cubanos que habían llegado en horas de la mañana para colocar una ofrenda floral como primer acto colectivo de quienes fuimos a representar a la sociedad civil y a los jóvenes cubanos en los eventos previos a la Cumbre.
El hotel, casi en la madrugada, con la comida recalentada en microondas, finalmente la ansiada ducha fría (ufff, en Panamá hace más calor que en Cuba!) y la añorada cama para descansar apenas 4 horas antes de tirarnos, a las seis en punto, para llegar temprano al Hotel El Panamá, donde quedaba aún un obstáculo por salvar: recoger la acreditación!!
Que una de las primeras personas que viera ese día, antes de que el reloj marcase las 8:30 de la mañana, fuera al recordista olímpico en huelgas de hambre, Guillermo “Coco” Fariñas, reconocido además por su talento para golpear mujeres y que además tiene como hecho relevante en su currículum vitae el haberse tomado una foto con el connotado y confeso terrorista Posada Carriles fue, les aseguro, una de las peores cosas que me pudo ocurrir en la vida.
Luego de varias horas, y ya con un proyecto de documento final, los jóvenes nos fuimos a almorzar. Si, impresionantes los dulces de Panamá ¿qué otra cosa va a decir, con total sinceridad, una candidata a gordita como yo?
No nos habíamos levantado aún de la mesa cuando un panameño que había participado en la mesa de Gobernabilidad Democrática llega, agitado, a avisarnos: “¡A los cubanos no los dejan entrar en el Foro de la Sociedad Civil!” Fue como si de pronto alguien gritase ¡Fuego! o ¡Llegó la papa a la placita! No hubo miradas, no hubo una frase…todos nos pusimos de pie y a toda prisa nos dirigimos hacia la sala donde debía tener lugar la inauguración del Foro de la Sociedad Civil esa tarde.
Las puertas estaban cerradas, y afuera toda una multitud donde se entremezclaban banderas, cámaras, manos y consignas indignadas. Los representantes de la sociedad civil cubana que desde la jornada anterior luchaban porque se respetara su derecho a acreditación, tras haber recibido la aceptación de los organizadores del evento vía correo, protestaban airados por las irregularidades en un proceso que debió ser transparente.
Pero también denunciaban, con mayor enojo, la presencia dentro de la misma sala que a ellos se les negaba, de mercenarios pagados por el oro yanqui, personajes como los que esa misma mañana ya me había tropezado yo deambulando por el lobby del Hotel El Panamá. Mercenarios que, sea dicho, no encontraron obstáculos para recibir la credencial que les abría las puertas.
Pasó más de una hora antes de que volvieran a abrirse las puertas solo para dejar entrar a los acreditados. Nada se habló sobre la posibilidad de presentar los pasaportes, tal y como se les había ofrecido el día antes a los 28 cubanos que permanecían esperando que se solucionara el asunto de los retrasos. Pero yo tenía mi credencial, de modo que no tuve demasiados problemas para, ocultando la segunda credencial del Foro de Jóvenes, entrar a la sala de la Sociedad Civil para enterarme de lo que estaba sucediendo. (Sip, periodista, siempre curiosa).
Adentro, los cubanos de la verdadera sociedad civil acreditados mantenían una protesta idéntica a la que se desarrollaba puertas afuera…
A mi lado, una señora panameña que, por el vestuario, deduje que tenía algo que ver con la organización o seguridad del evento (iba de uniforme, pero no militar) musitaba medio bajito “Respeten el evento. Respeten el evento”. Aquello me enojó bastante (era el primer choque con la tergiversación de nuestro modo de actuar en Panamá) y me volví y le espeté: “Los primeros que no han respetado el evento son los propios organizadores, que acreditaron a semejantes personas para asistir”. Aquella señora optó por sentarse…no la vi abrir la boca ni una sola vez después de eso.
Pasado el rato, en vista de que los organizadores no iban a prestar oído a nuestra continua denuncia, y por respeto al presidente de Panamá, que debía estar presente en la inauguración ya a esas alturas bastante retrasada, la delegación cubana decidió retirarse de la inauguración (OJO, nunca del Foro). Amigos solidarios venezolanos nos acompañaron fuera. Íbamos cantando el Himno Nacional y la Marcha del 26 de julio…
Como era de esperarse, nos quedamos fuera, frente a la sala de prensa, para continuar denunciando las arbitrariedades y la contaminación del Foro. Fue entonces cuando sucedió lo impensable: el Gato, uno de los involucrados en el asesinato del Che hizo su aparición por el lugar.
Quien haya crecido aprendiendo a amar y respetar la figura de ese revolucionario y ejemplo de rebeldía, antimperialismo y solidaridad que fuera Ernesto Che Guevara, no podía menos que estallar ante la presencia de aquel ser abominable que acabó con su vida, el enviado por la CIA a Bolivia. Ganas de llorar le daban a uno, de la indignación, la rabia, el dolor de ver a aquel hombre paseando su impunidad frente a nosotros. La mitad de las personas con las que he conversado sobre aquello, me han confesado que no habrían podido contener las ganas de rajarle la cabeza a aquel tipo con lo primero que tuvieran a mano. Nosotros, “las hordas castristas”, los “intolerantes”, nos conformamos con abuchearlo, con gritarle el adjetivo que mejor lo define: ASESINO.
Pero los ánimos se apaciguan. El tipo desapareció y los jóvenes, alegres pero profundos, tal y como nos definiera el propio Che, nos pasamos un buen rato fuera de la sala de la inauguración del Foro de la Sociedad Civil cantando la Guantanamera y Cuba qué linda es Cuba…que nos fuimos, pero no nos fuimos.
Creo que fue justo en ese instante cuando intuí que los eventos paralelos a la Cumbre en Panamá eran una trampa sutil,tendida por sus organizadores (se podía esperar algo bueno de la OEA??) para intentar legitimar a los mercenarios como una supuesta oposición pacífica y abierta al diálogo. Un manjar envenenado que fue servido con aderezos y palabras dulces, que podían lucir aparentemente inocentes a quien no tuviera los elementos para desmontar, ingrediente por ingrediente, aquel engendro.
Fue una fortuna que no encontráramos semejante gentuza en el Foro de Jóvenes, donde pudimos dialogar con muchachos de derecha, centro, izquierda, donde no importaron ideologías para exponer nuestros criterios y aportar experiencias, donde recibimos el aprecio de los delegados de otros países, que mostraban su entusiasmo por tener allí a “los cubanos”, ansiosos por conocer, llenos de preguntas sobre nuestra realidad. Lo qué más me preguntaron fue sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, muestra de que la noticia no solo ha tenido amplia repercusión en las naciones implicadas, sino en todo el hemisferio.
En la mesa en que participé: Seguridad ciudadana y Migración, debatimos con seriedad y respeto sobre los problemas de nuestro hemisferio, abocados, como jóvenes responsables del futuro a solucionarlos. Y, tal y como imagino sucede en la ONU y otras citas mundiales, se establecieron alianzas entre delegados/países. De modo que Panamá, Venezuela, Ecuador y Bolivia se unieron a Cuba para defender nuestra solicitud de que se incluyera en el documento final el reclamo al respeto a la soberanía de cada país, así como el rechazo a la injerencia en los asuntos internos y la presencia de bases militares extranjeras que amenazan la paz de la región.
Para que vean…no fuimos los delegados cubanos de mi mesa quienes primero condenamos el bloqueo norteamericano a la Isla, fue casualmente cierto panameño barbudo llamado Juan Alberto Cajar, a quien quiso la suerte le correspondiera hacer la primera de todas las intervenciones, que se harían, según lo acordado previamente, en una ronda que giraba contra las manecillas del reloj y con solo 2 minutos para exponer las ideas.
Cuando casi entre las últimas, me correspondió la oportunidad de exponer lo emanado de los debates entre los jóvenes cubanos, me encontraba muuuy nerviosa (siempre me pone nerviosa eso de hablar en público), incluso cuando me puse de pie derribé una taza de té que colocaron en el suelo detrás de mi silla…pero hablé (Hurraaaa) Acá les dejo video del momento histórico.
Claro, el Foro de Jóvenes, como ya les dije, transcurrió en la mayor tranquilidad, lo mismo con el Foro de Empresarios y Rectores. ¿La causa? No habían mercenarios. Pero en el Foro de la Sociedad Civil estaban todas las ratas reunidas, la inmundiCIA aquella que pretendía legitimarse en Panamá, pues apostaban a que la delegación cubana, en un evento internacional de aquella magnitud, optaría por permanecer silenciosa, y aceptar su presencia como un mal necesario.
No calcularon las reacciones indignadas de los cubanos con vergüenza, nunca previeron que fuéramos capaces de “armar el jelengue” allí mismo y denunciar a quien quisiera oír la contaminación del evento y las irregularidades cometidas con las acreditaciones de la verdadera sociedad civil cubana.
Y claro, una cosa era cierta: NO LOS ÍBAMOS A LEGITIMAR permaneciendo en la misma sala con ellos, ni mucho menos con un diálogo que no merecen personas que no representan a nadie en la Isla, que son asalariados de un gobierno extranjero, que conspiran para derrocar un gobierno legítimo y popular. Esa, amigos, era una jugada cantada desde el mismo momento en que la delegación cubana pisó tierra panameña y se hizo la conferencia de prensa y la denuncia.
Ese día, por la noche, vimos en el televisor lo sucedido en el Parque Porras, y aquellos cartelitos del noticiero (ni recuerdo cuál de los nosécuantos canales era) donde nos llamaban “turbas castristas”. La gente en Cuba que pudo ver aquello me imagino que no entendieron mucho lo que sucedió, por eso tuve que llamar a mi mamá por teléfono y tranquilizarla, explicarle que ninguno de los miembros de la delegación cubana estuvo ni remotamente cerca de ese parque en aquel momento, que estábamos bien, a salvo, lejos de peligro alguno.
Luego, una vez en Cuba, pude ver con detalle el video casi sin editar que un canal transmitió, y ver el primer empujón, el inicio de la piñacera espantosa aquella…
Pero, sin duda alguna, lo que ningún medio extranjero reconoció fue que aquellas flores pisoteadas con apuro a los pies del busto de Martí eran las que los rectores cubanos (delegados invitados por el presidente de Panamá a participar en el Foro de Rectores) habían colocado horas antes y que quisieron desterrar y mancillar aquellos mercenarios en su afán de protagonismo. ¡Y que a nadie se le ocurra insinuarme que los llevó allí el patriotismo y el respeto a la figura del Apóstol! Martí jamás fue mercenario, nunca vendió a la Patria por unos dólares, al contrario, siempre alertó sobre los peligros del vecino norteño.
Fue protagonismo lo que buscaron, todo un paripé montado para las cámaras, fíjense que los medios de comunicación estaban presentes…¿quién les avisó de que un grupúsculo mercenario pondría flores a Martí justo frente a la embajada cubana? No recuerdo haber visto ningún video del momento en que los rectores pusieron las suyas, y esa humildad los ennoblece más, sus flores fueron por respeto al Héroe, no un cínico acto para las cámaras de la prensa.
Pero bueno…hay gente que solo piensa en el dinero y en cómo sacar mejor provecho de las situaciones.
A lo que iba. Mi Foro terminó sin penas ni glorias, con foto feliz y todo ,al final de la clausura…búsquenme, a ver si me encuentran, los reto.
El Foro de la Sociedad Civil no tuvo tanta suerte, especialmente la Mesa de Gobernabilidad Democrática y Participación Ciudadana, donde se congregó el grueso de la Suciedad CIAvil.
Y cómo tenía que ser, aquel panel explotó desde el principio mismo, cuando, antes de que los organizadores dieran la señal de inicio formal al debate, los cubanos pidieron la palabra para solicitar una moción de orden:
¿Ustedes recuerdan aquella frase dolorosa que cada cubano lleva debajo de la piel, aferrada al ADN y que no nos deja dormir a veces? Aquella frase corta, lacerante, que nos deja con una punzada en el corazón y lágrimas en los ojos «Eso es peor ¡Pégate al agua, Felo!¡Pégate al agua!
Pues miren lo que es la vida, ese día le dieron la palabra a la hija de Felo. He aquí el video con su conmovedora denuncia:
Ahí se volvió a armar el desbarajuste, porque las lacras no querían salir, y los cubanos no iban a permitir que el panel continuara mientras ellos estuvieran presentes. ¿Resultado? Las ratas se largaron a debatir al sótano del Hotel El Panamá (qué karmático ¿no?) y los verdaderos representantes de la sociedad civil cubana sesionaron junto a los delegados de otros países en el local que estaba previsto.
Un solo detalle: los organizadores y moderadores del panel eligieron largarse con las ratas, de modo que al día siguiente, la mesa de Gobernabilidad tenía dos declaraciones finales, una legítima y otra… bueno ¿para qué contarles el resto? Basta con decir que el Foro de la Sociedad Civil en general no logró un consenso y no tuvieron Declaración Final como sí la tuvo el Foro de Jóvenes.
Cuando al tercer día, los jóvenes estábamos solos en el lobby, esperando los resultados de las sesiones de nuestros compañeros de la Sociedad Civil, de pronto un grupo de personas salió a nuestro encuentro portando unos papeles que ponían “Democracia es respeto”.
Yo, que andaba pegada a la pared, para cargar el teléfono que tenía la batería baja, al principio no entendía de qué iba la cosa, pero en aquella multitud de rostros de pronto distinguí a alguien que me hizo comprender de golpe todo: nada más y nada menos que el Coco Fariñas, a quien ya me había tropezado en par de ocasiones por la zona.
Era una provocación, ni más ni menos. Salieron a nuestro encuentro a pedir RESPETO! Ellos, que ni saben lo que significa esa palabra. Ellos, que no se respetan ni a sí mismos ni mucho menos a su país, a sus conciudadanos. La sangre hirvió aquel día en el lobby, y la situación se tensó tanto que temí que una simple chispa hiciera explotar de una vez aquel polvorín. Pero la violencia no es nuestro estilo, respondimos como correspondía, y de nuevo las ratas se fueron.
Hay quien piensa que no debimos gritar, que esas huestes vociferantes solo eran muestra de incapacidad para el diálogo e intolerancia. Yo solo pregunto ¿qué otra cosa podemos hacer con personas que se retratan con el asesino del Che, como hizo Antúnez; con el terrorista Posada Carriles, como hizo Fariñas? ¿Qué diálogo posible puede existir con mercenarios que piden el recrudecimiento del bloqueo genocida que tanto dolor ha causado al pueblo cubano?
Con personas de semejante calaña ¿qué es lo que hay que hablar? ¿Desde cuando se legitima con un diálogo a personas sin moral alguna?
Está muy bien que Raúl y Obama se sienten a discutir los problemas de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos; es algo que corresponde a ellos, como presidentes de ambas naciones. Obama tiene el poder suficiente para hacer cambios sustanciales en la política que durante más de 50 años ha intentado regir desde su orilla los destinos de esta Isla caprichosa y rebelde.
Pero de ahí a querer comparar ese diálogo con el que querían que se diera en Panamá entre sociedad civil y mercenarios…¡Creo que hay gente a la que se le aflojó algún tornillo!
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