Cuidémonos un chin más

Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

Cada vez que ocurre un hecho de sangre que impacta al país, es conveniente meditar sobre nuestra seguridad al andar por estas calles de Dios. Los dominicanos somos muy crédulos, confiamos en la gente rápido, como si el peligro no existiera. Para nosotros, el prójimo es bueno. En cualquier encuentro nos encariñamos con el primero que nos simpatice y hasta lo invitamos a nuestro hogar. Saludamos, incluso, a quienes nunca hemos visto, sin reparar qué hace o de qué vive ese ciudadano.

Cuando conversamos con alguien nos esforzamos por “salir familia”, aunque sea lejano, o en todo caso buscamos la forma de conocer personas en común para luego exclamar: ¡qué mundo más chiquito! Nos caracterizamos, además, por demostrar que contamos con muchos amigos, y si alguien menciona un nombre, decimos: ¡ese es como mi hermano! Tener miles de contactos en nuestro facebook nos llena de orgullo.

Esta conducta demuestra la nobleza del corazón de nuestro pueblo, y en principio es preferible ser así que vivir con un delirio de persecución, con el ánimo alterado, pensando que todo el mundo quiere engañarnos y que en cualquier esquina céntrica e iluminada pueden asaltarnos, porque vemos un villano en cada rostro.

Ahora bien, ha llegado el momento en que debemos frenar un poco eso de creer en cualquier extraño que aparezca y de andar con tanta soltura, como si no existiera la maldad. Hay que estar más alertas en nuestra cotidianidad, pues hasta en ambientes normales han surgido problemas serios de delincuencia.

El espacio de la delincuencia crece más rápido que el espacio de la paz. Ya nuestro país cambió. Necesitamos perder algo de nuestra inocencia para no arriesgar nuestras vidas y propiedades. Es crudo decirlo. Debemos saber bien por dónde vamos, a quién visitamos y el ambiente que rodea ese lugar, independientemente de que en cualquier sitio puede ocurrirnos una desgracia, por más decentes y prudentes que seamos. 

Aunque la mayoría de los dominicanos son sanos, existen algunos desalmados que por unos pesitos son capaces de asesinar y de destruir familias. Y generalmente las drogas están detrás de cada violación a la ley. Nuestra libertad de tránsito ya está limitada.

El problema de la delincuencia traspasa lo legal. Para vencer este mal se requiere una mayor equidad social e igualdad de oportunidades para todos, combinado con políticas preventivas de los crímenes y delitos y con instituciones investigadoras y sancionadoras, que no cedan espacio a la impunidad, reconociendo que hemos avanzado en el Poder Judicial y en el Ministerio Público. Pero mientras los cambios llegan, recordemos que la seguridad ciudadana también depende de nosotros, de cómo nos cuidemos para que no nos maten ni nos roben.

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