¿Quién como Luperón?


 

Por: Aquiles Peralta
Fuente, http://dominicanoshoy.com/

Cada cuatro años, los hechos que sucedieron el 16 de agosto de 1863, pasan a ocupar un segundo lugar en la memoria del pueblo dominicano, debido al cambio en el tren gubernamental y es cuando todos los medios de comunicación fijan sus lentes en el nuevo Presidente de la República.

No obstante, este multimedios DominicanosHoy, quiere traer a la remembranza a aquellos sujetos que dieron continuidad al proceso independentista del idealista Juan Pablo Duarte.

Hacen ya 151 años, que al general Pedro Santana se le ocurrió la idea de producir la llamada Anexión a España (1861-1865), con la cual logró que la monarquía le concediera el título de Marqués de Las Carreras.

Ante esta traición al pueblo dominicano, que había conquistado el 27 de febrero del 1844 su independencia, una legión de mozalbetes dirigidos por Gregorio Luperón y Santiago Rodríguez realizó una cabalgada por toda la región del Cibao, hasta izar la bandera dominicana en el cerro de Capotillo. Acción que dio inicio a la guerra restauradora, el 16 de agosto del 1863, con el Grito de Capotillo, a fin de reconquistar nuevamente la independencia.

Una ciudad tras otra, en el Cibao, se unió a la rebelión, y un ejército de 6,000 dominicanos se atrincheró en la Fortaleza San Luis.

Los rebeldes establecieron un nuevo gobierno al día siguiente, con José Antonio Salcedo (Pepillo), como Presidente, e inmediatamente éste calificó a Santana como traidor. El general Pedro Santana, quien había sido venerado como “un excelente estratega militar”, se vio incapaz de romper la resistencia dominicana.

En marzo de 1864, Santana desobedeció las órdenes de concentrar sus fuerzas en torno a Santo Domingo y fue relevado de su cargo de Gobernador por el General José de la Gándara, quien lo mandó a Cuba con el fin de que enfrentara una corte marcial; pero murió repentinamente, antes de que esto ocurriera, tal y como relatan los textos históricos.

De la Gándara trató de negociar un alto al fuego con los movilizados. Él y Salcedo aceptaron discutir los términos de paz, pero en medio de las negociaciones, fue asesinado por un grupo que encabezó Gaspar Polanco.

La facción de Polanco estaba preocupada por que Salcedo tuviera intención de retornar al expresidente Buenaventura Báez, a quien los rebeldes aborrecían tanto como abominaban a los españoles por sus acciones antes del golpe de Estado a Santana, en julio de 1857.

Después de un duro ataque sobre la posición española en Montecristi y los esfuerzos para establecer un monopolio del tabaco en nombre de sus amigos, Gaspar Polanco fue derrocado por Gregorio Luperón y Benigno Filomeno de Rojas, en enero de 1865.

El proceso de lucha por la restauración de un Estado independiente tomó un descanso, a fin de que la Junta Provisional organizara una nueva Constitución, y cuando se aprobó, el general Pedro Antonio Pimentel se convirtió en nuevo Presidente el 25 de marzo del 1865.

En el otro lado del Atlántico, las Cortes Españolas, en conjunto con la reina Isabel II suprimieron, el 3 de marzo de 1865, la adhesión, porque no querían seguir financiando una guerra por un territorio que en realidad no necesitaban y el 15 de julio de ese mismo año las tropas españolas abandonaron la isla, gracias al coraje y la valentía de hombres de la talla de Gregorio Luperón, quien fue capaz de revelarse y restaurar la Independencia.

Ojalá que los 48,000 kilómetros cuadrados de esta isla, estuviesen completamente plenos de hombres con las mismas proporciones de Luperón, o al menos respetaran su memoria.

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