Consecuencias de la intolerancia

Dra. Yocelyn Guerrero
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

Solomon oludo, Doreen Gakii, Mary Muchiri Shee, Ruth Esromo, Tonie Wangu, Isacc Kosgey, Lydia M. Obondy, Eric Ondary Nyabuto y Daddly Mose no representan nombres de famosos artistas, no fueron de actores, ni cantantes, no fueron cientificos/as, ni tampoco ganaron un premio Nobel. 

Representan solo algunos nombres de las desafortunadas personas que perdieron sus vidas gracias al tráfico de odio y de muerte, gracias a la intolerancia religiosa y al mal uso de la fuerza militar, que mal manejadas y unidas en un mismo contexto, cada vez más traen consecuencias nefastas a nuestra humanidad.

Llena de pesar el hecho de que en pleno siglo XXI se estén cegando vidas humanas a causa de estas razones. Vidas de hijos/as, hermanas/os, amigas/os, estudiantes, en fin, vidas tan valiosas como la tuya, como la mía, la de nuestras hijas e hijos, amigos/as, familiares y amigos/as. Se trata de seres humanos a los cuales se les negó el derecho inalienable de la vida, fueron condenados/as a la pena de muerte sin más ni menos. Las creencias religiosas no deberían colocarse por encima del derecho a la vida. Las religiones deberían unir en el amor y no ser utilizadas para traficar odio, sangre y muerte.

Hoy cientos de familias viven en carne propia la pérdida irrecuperable de un ser amado, pero lo que hace más cruel su dolor es la forma tan horrible en que dichas personas tuvieron que despedirse de este mundo, sus anhelos de salir adelante, sus metas de ser mejores, de alcanzar logros académicos, sociales y económicos quedaron diluidos en los charcos de su propia sangre. 

Es tan triste que aun en nuestros días tengamos que observar como la maldad nos quita a seres valiosos en el nombre absurdo de una creencia mal interpretada.

Un grupo extremista entra a una Universidad de Garissa en kenia y asesina a 148 personas. Causa horror pensar en los últimos instantes de sus vidas, fueron seleccionados/as por ser cristianos/as y sacrificados/as. Solo pensar algo así lacera el alma. Es mucha, demasiada maldad enarbolando religión entremezclada con la violencia. Pese a tanta crueldad seguimos apostando a un mundo pacífico posible, en el cual cada país sea nuestro vecino y cada ser humano, nuestro hermano y hermana.

Guardaremos la esperanza en nuestros corazones de que eventos de esa categoría sirvan solo de referentes históricos y ya no tengamos que vivir escenarios como el actual. La humanidad es una raza, estamos juntos y juntas, somos semejantes y como tales debemos convivir. Respetando la diversidad, la libertad de culto y siendo cada día más tolerantes podríamos acceder a la gran oportunidad de forjar un mundo mejor, en el cual podamos dejar a nuestra descendencia y despedirnos tranquilos/as de cuando llegue el momento. 

Como habitantes de esta tierra, como raza humana que somos estamos en el deber de crear las condiciones para que el día de mañana y el mundo de mañana sean el mejor regalo o legado que podamos entregar a nuestros semejantes, a nuestra descendencia. Trabajemos en ello, comencemos hoy a crear las condiciones de paz, de tolerancia, de respeto y armonía que tanto hacen falta y que tanto nos agradecerán las generaciones futuras.

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