República Dominicana y Cuba son naciones hermanas
Diálogo con Joaquín Gerónimo Berroa, embajador de República Dominicana en Cuba, en ocasión del veinte aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países.
Hassan Pérez Casabona⃰
Poseer vínculos sólidos durante cuatro décadas con una de las instituciones docentes más prestigiosas de América Latina y el Caribe, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), hace que nunca haya perdido el contacto —más allá de las disimiles responsabilidades partidistas, de gobierno y en el sector profesional que ha ocupado— con los jóvenes y estudiantes.
Si bien se graduó como arquitecto, especialidad en la que es reconocido en su país fundamentalmente desde que publicó el libro Campo-ciudad: artículos y conferencias sobre temas de Urbanismo, un cuarto de siglo atrás, es un conocedor de la historia latinoamericana y amante de la literatura y el periodismo, en los cuales incursiona con éxito.
Su novela Con los pies en el cielo (2009) fue muy bien recibida por la crítica, al igual que el libro En el nombre de Bosch [Traspaso de antorcha] —que vio la luz en diciembre del 2001 y con reediciones en agosto y octubre del 2008— en el que se sumerge en el entretelón de varios de los acontecimientos y batallas políticas acaecidas en suelo quisqueyano, tomando como vórtice la figura señera de Juan Bosch. Es un asiduo colaborador de Vanguardia del Pueblo y de Política: Teoría y Acción, el periódico y la revista teórica, respectivamente, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), fundado por Bosch el 15 de diciembre de 1973.
El 12 de abril del 2015 Joaquín Gerónimo Berroa arribó a Cuba para desempeñarse como embajador de su país. “Estoy muy contento con los resultados del trabajo desplegado en varios ámbitos. Ello nos ha permitido estrechar aún más los lazos de hermandad que unen a República Dominicana y Cuba desde hace siglos”, expresa con visible emoción.
El pretexto para el diálogo fue precisamente el hecho de que este 16 de abril se celebraron 20 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, decisión tuvo lugar bajo el primer gobierno de Leonel Fernández Reyna. Asimismo dada su condición de experto sobre el pensamiento de Juan Bosch, una de las personalidades más cautivantes del panorama hemisférico durante la centuria pasada.
Háblenos de sus lazos con Cuba…
Mi primera visita a este hermoso país tuvo lugar entre abril y mayo de 1981. Es un tema que casi no he contado. Apenas egresado de la UASD vine con un compañero, y una enorme motivación por conocer in situ la realidad cubana. Lo hacíamos en representación del Colegio Dominicano de Ingenieros y Arquitectos (CODIA) para participar en un congreso panamericano de asociaciones de arquitectos. Tuvimos la osadía de ir a ver a Don Juan, para pedirle una nota de recomendación. Él no solo nos ayudó sino que, por tratarse de Cuba, a la cual consideraba su segunda patria, nos contó varias de sus vivencias a lo largo de los 19 años en que residió en esta tierra.
Hicimos escala en Puerto Príncipe y en Kingstown. En la capital jamaicana les entregamos a los funcionarios de la embajada cubana la carta que traíamos elaborada por Bosch. Ellos nos dieron de inmediato una visa volante. Al llegar al aeropuerto José Martí nos llevamos una enorme sorpresa, pues nos estaban esperando los compañeros Omar Córdova, funcionario del Departamento América del Comité Central del PCC y quien más tarde sería embajador en Santo Domingo, y Luis F. Céspedes, asesor del Ministro de Educación Superior Fernando Vecino Alegret, quien entre sus múltiples tareas gubernamentales atendía las relaciones con República Dominicana.
Resultaron tres semanas muy intensas en la cual intercambiamos con personas de distintos sectores. No olvidaré jamás el honor de participar en la Plaza de la Revolución en el desfile por el 1ero de Mayo y la impresión que me causó presenciar de cerca a las Milicias de Tropas Territoriales (MTT) recién creadas.
¿Volvió antes de su designación como embajador?
Sí, mi segundo viaje ocurrió en 1983. Fue un intercambio que se organizó con la Universidad Central de Las Villas (por el doctor Franklin Almeida, director del Colegio Universitario) en los campos académico y deportivo. Esta vez lo hice junto a mi amigo desde la enseñanza secundaria, y también profesor entonces de la UASD, Leonel Fernández a quien le había contado mucho sobre las experiencias que adquirí en el recorrido de 1981.
Leonel sería electo trece años más tarde presidente, por primera vez (1996-2000), como candidato del PLD. Fue también un recorrido muy penetrante que incluyó a La Habana, aunque en condiciones diferentes al anterior. Cada vez que conversamos sobre esta etapa bromeo y le digo que el que hice antes fue superior en todos los aspectos. El presidente termina aceptando este criterio con una sonrisa.
Regresé nuevamente en 1997. Recuerdo que tiempo después escribí un artículo para Vanguardia del Pueblo titulado: “Cuba: una economía de Semana Santa”, en el cual concluía con mucho optimismo, al analizar la situación económica por la que atravesaban, que la Mayor de las Antillas se recuperaría en ese terreno y que, a partir de la alegoría bíblica, así como hubo una viernes de vía crucis, también existiría un sábado de gloria y un domingo de resurrección. No podemos olvidar que durante estos años denominados con acierto “período especial” se desató un intenso debate a escala internacional, en el cual los amigos de Cuba estábamos obligados a intervenir.
En julio del 2000 vine, junto a tres compañeros de la dirección del Partido, con un mandato del presidente Fernández para ver a Don Juan, quien ya tenía la salud quebrantada y estaba siendo tratado por médicos de excelencia en La Habana. Conversamos ampliamente con Doña Carmen Quidiello, una mujer excepcional nacida en Santiago de Cuba con la cual se casó el profesor en 1943, mientras vivía en la capital cubana.
Poco después Bosch retornaría a Santo Domingo, donde falleció el 1ero de noviembre del 2001. Su deceso estremeció no solo a República Dominicana. El sepelio devino en marea humana, lo cual ratificó su enorme significación para nuestra historia contemporánea. Fidel Castro y Hugo Chávez enviaron sentido mensajes de condolencia. Te diría más: no hubo en mi país una personalidad más influyente en la segunda mitad del siglo XX que Juan Bosch.
¿Cómo recibió la noticia de su nombramiento en la responsabilidad actual? ¿De qué manera valora lo alcanzado?
Era algo que no imaginaba y que me permitió reencontrarme con un país que es ejemplo para la región. Arribé en un contexto particular, bajo los ecos del anuncio sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos del 17 de diciembre del 2014. Desde entonces me propuse trabajar en diversos terrenos en los cuales es posible incrementar nuestros nexos, y colocarlos a la altura del cariño que existe desde tiempos inmemoriales entre los dos pueblos. Bastaría mencionar nuestras luchas por la independencia, la música, el baile y el béisbol para corroborar la robustez de esos lazos identitarios. Pongo el ejemplo del vóleibol, donde aprendimos tan bien las técnicas de la escuela cubana que, en el presente, asumimos el gran legado de las Espectaculares Morenas del Caribe con nuestras “Reinas del Caribe”.
Hatuey, Enriquillo, José Martí, Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella (uno de nuestro próceres y abuelo de Julio Antonio Mella), Máximo Gómez, Fidel Castro y Juan Bosch, entre muchos, representan inspiración para desandar nuevos caminos.
Hay que reconocer además que, antes del restablecimiento oficial de estos nexos (hubo consulado en La Habana desde 1855, once años después de proclamarse nuestra independencia y trece antes del 10 de octubre de 1868; y se creó una legación en 1904, rompiéndose las relaciones en 1960 en época de Trujillo) después de 1959 hubo múltiples personalidades que trabajaron con denuedo por impulsarlos en diversas áreas. De la parte cubana sobresalieron, entre muchos, el Comandante Delio Gómez Ochoa (considerado Héroe Nacional en República Dominicana) Eusebio Leal, Fernando Vecino, Omar Córdoba, Otto Marrero, Luis Morejón y Luis Céspedes. En Santo Domingo, Alberto Vicioso y Euclides Gutiérrez se entregaron a esta causa.
La visita de Fidel a Santo Domingo, en agosto de 1998, fue un hecho de enorme trascendencia. El Comandante nos estremeció cuando dijo que era un sueño de toda una vida hecho realidad. Su decisión de que Cuba construyera el Politécnico Máximo Gómez en Baní fue un gesto que caló profundo en la sociedad y opinión pública dominicana. En ese centro se han graduado cientos de jóvenes en varias profesiones y oficios.
En estos últimos años en el plano político, por ejemplo, el presidente Danilo Medina viajó a Cuba en varias ocasiones, incluyendo a la Cumbre de la CELAC del 2014 en la que se aprobó la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz. En el 2016 el mandatario estuvo en Cuba en tres oportunidades, incluyendo las honras fúnebres del Comandante en Jefe. Ahora acaba de enviar un mensaje de felicitación al compañero Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez por su elección como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
El General de Ejército Raúl Castro, por su parte, asistió en Punta Cana a la Cumbre de la CELAC del 2017. Entre el 20 y el 23 de marzo de este año el expresidente Leonel Fernández (quien realizó cinco visitas oficiales a Cuba en sus diversos gobiernos) impartió la conferencia magistral inaugural en el XIII Encuentro Internacional de Estudios Políticos, organizado de manera excelente por la Universidad de La Habana y la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe (ADHILAC).
Estamos trabajando además, como acaba de expresar el canciller Miguel Vargas en el acto desarrollado en Santo Domingo este 16 de abril, por aprobar un acuerdo integral que potencie nuestras relaciones en todos los planos. Es cierto que hemos firmado en estas dos décadas numerosos memorandos, actas y otros mecanismos de entendimiento, pero aspiramos a un escalón superior, mucho más completo, teniendo en cuenta las fortalezas con las que contamos. Ese también fue el espíritu de la celebración el martes 17 en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Las palabras del presidente del ICAP, el Héroe de la República de Cuba Fernando González Llort, resultaron estimulantes. Sé que es perfectamente viable proseguir avanzando.
El son y el merengue, la rumba y la bachata, corren por nuestras venas. Johnny Ventura y Pancho Amat; Silvio Rodríguez y Sonia Silvestre; Sergio Vargas y Mayito Rivera, Liuba María Hevia y Víctor Víctor, por solo mencionar algunos nombres, representan expresión genuina de esa hermandad en el ámbito cultural. Ese es el espíritu de la delegación cubana que participará en la venidera Ferial Internacional del Libro de Santo Domingo.
Ahora mismo acabo de regresar de Camagüey, invitado por ese cineasta de primer orden y defensor de la cultura caribeña que es Rigoberto López. La filmación de El Mayor, es una aventura que permitirá aproximarse mucho más, desde códigos actuales, a la figura apasionante de Ignacio Agramonte. En esa línea estamos trabajando en un proyecto conjunto, también dirigido por López, sobre el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, personalidad cimera en la Revolución de Abril de 1965, muy vinculado con Cuba y sin la que no se puede entender el devenir dominicano.
Estamos desarrollando una investigación profunda sobre su personalidad. Debe llamarse Armado para morir e intentará reflejar la vida de un hombre que se levantó como símbolo de la dignidad nacional ante la invasión de Estados Unidos cincuenta y tres años atrás y que luego fue asesinado, en febrero de 1973, al retornar a su país con el propósito de continuar la lucha revolucionaria. [1]
¿Por qué surge la idea de escribir En el nombre de Bosch…?
Es un texto con una historia singular. En la noche del 30 de junio de 1996 festejábamos la victoria en las urnas del PLD, durante la segunda vuelta, que llevaría al Palacio Nacional a Leonel Fernández. Ese día cumplió 87 años Juan Bosch, quien el 2 de junio pronunció su último discurso público. En la mañana siguiente fui a ver al presidente electo y, como parte de la conversación, éste me dijo: “Creo debes escribir una libro sobre todo lo que hemos vivido para llegar aquí. A ti te gusta la literatura y tenemos el deber de plasmar las vicisitudes que pasamos y, al mismo tiempo, el privilegio que tiene nuestra generación de ser formada bajo el magisterio de Bosch y otras figuras que actuaron como mentores”.
Ese diálogo, en verdad, fue una catarsis que tomó forma mediante la evocación del largo trecho recorrido. Si antes solo éramos portadores de sueños delineados sobre las páginas de una imaginación repleta de idealismo y utopías, ahora teníamos la posibilidad de comenzar a plasmar, con hechos concretos, aquellas transformaciones sobre las que tantas veces debatimos.
La idea inicial era que se llamara Traspaso de antorcha, tomando en cuenta el relevo que se produciría. No fue posible, sin embargo, escribirlo en ese momento. Las tareas de gobierno eran apremiantes. Asumí como Director General de la Vivienda, con rango de ministro, y ello me absorbió por completo. Por otro lado tuvimos que enfrentar diferentes irregularidades, lo que generó un clima complejo. Perdimos las elecciones en el 2000. Sentí que, de alguna manera, la antorcha había caído. Eso me llevó a la idea de reflexionar sobre cómo nuestra generación asumía el legado de Don Juan. Somos la hechura de Juan Bosch. Por eso fui a los orígenes de su formación.
Con esa premisa escribí un texto que, si bien no era exactamente lo que conversamos el 1ero de julio de 1996, en el apartamento-estudio que sirvió como alojamiento temporal de nuestro candidato en la etapa final de la campaña (Leonel derrotó en aquella ocasión al doctor José Francisco Peña Gómez, del PRD, uno de los líderes de masas más fogosos y enervantes en mi país durante el siglo veinte) si era nuestra mejor aproximación a los análisis sobre esos años de lucha. El jueves 10 de enero del 2002, en la Sala Pedro Mir de la librería Cuesta, se hizo la presentación formal la cual estuvo a cargo del Dr. Leonel Fernández, ya como ex presidente de la República. Salió solo con el título de En el nombre de Bosch.
A partir de la segunda edición le incluí un epílogo el cual si llamé [Traspaso de antorcha] en el que explico varios pormenores sobre los cambios que se operaron en el tiempo, desde el momento en que la idea comenzó a tomar cuerpo.
Un aspecto que distingue el libro es el capítulo IX “Mirando el agua correr bajo los puentes”. En este me valgo —a diferencia de los anteriores que están marcados por el examen de los acontecimientos desde la mayor objetividad posible— de la libertad de fabular sobre lo que podía opinar el profesor Bosch, acerca de la etapa que se abrió entre 1996 y el 2000. Él se había retirado oficialmente de la política desde 1994, así que fue el recurso que encontré dentro de la organicidad que le conferí a esta obra en la cual, desde la arrancada, el protagonismo recaía en Don Juan.
Dicha solución me permitió comprobar que el uso de elementos de ficción, y de pasajes novelados, le abre a un investigador otros horizontes en el momento de escrutar la sociedad. Existe un nexo muy fuerte entre literatura e historia. Ello me llevó a redactar poco después la novela Con los pies en el cielo, en la que coloco a los personajes en la segunda mitad del siglo pasado, comenzando en la etapa final de la dictadura de Trujillo.
¿Qué considera hizo posible a Bosch convertirse en el primer presidente electo democráticamente en su país luego de la caída del tirano?
Hay que tener en cuenta que Trujillo sostenía con fuerza la bandera del anticomunismo y con ello se ganaba el respaldo y la tolerancia de Estados Unidos hacia sus desmanes sanguinarios. Para finales de los años 50, sin embargo, el panorama político nacional y regional cambiaba con tal celeridad que podía presagiarse el final de sus días. De esa forma, el 27 de febrero de 1961, Bosch le remitió una carta pública a Trujillo, desde su exilio en Venezuela y publicada en el diario La Esfera de Carcas, en la que le advirtió sobre la gravedad de las circunstancias y, al mismo tiempo, le anticipó su destino. Tres meses más tarde aquella premonición se hizo realidad.[2]
A su regreso a Santo Domingo, tras un exilio de 24 años, Bosch supo interpretar correctamente el nuevo escenario interno de la confrontación social y política en ausencia del sátrapa. Observó, con precisión de orfebre, dónde estaban los enemigos, donde los amigos y dónde los aliados, y así pudo ganarse el respeto, la admiración y confianza de unos y otros para alzarse con casi el 60 por ciento de los votos.
Considero que el primer gran acierto de la estrategia de inserción política de Bosch —en un escenario polarizado entre trujillistas y antitrujillistas— fue desmontar la cultura del miedo y deshacer las banderas de la oligarquía de la Unión Cívica Nacional. La UCN pretendía ganarse el favor del pueblo mediante un discurso de odio a todo cuanto pudiera significar transigir con los remanentes de la dictadura. Esa oligarquía, que en su momento se benefició alegremente de las migajas del régimen trujillista, ahora se presentaba como inmaculada defensora de las libertades públicas y garante de la democracia y la justicia social. Para Bosch ese era el enemigo, y también la carta más segura de Estados Unidos, puesta en juego desde mucho antes del 30 de mayo de 1961, cuando apreciaron que la prolongación de Trujillo en el poder se tornaba insostenible.
Siempre me gusta traer a colación el razonamiento que realizó el presidente John F. Kennedy al conocer del ajusticiamiento de Trujillo —mencionado por el historiador Arthur Schelesinger y citado por Leonel Fernández en su libro sobre Estados Unidos y el Caribe—relacionado con el abanico de opciones para la República Dominicana: “Hay tres posibilidades en un orden descendente de preferencia: un régimen democrático decente, una continuación del régimen de Trujillo o un régimen tipo Castro. Debemos aspirar a lo primero pero no podemos renunciar a lo segundo hasta que estemos seguros que podemos evitar lo tercero”.[3]
En cuanto a quienes era los amigos, eso estaba muy claro para Bosch. Era el pueblo llano en todos los niveles y capas de su estructura social, el pueblo pobre de los campos y villorrios. La juventud de clase media y los sectores más instruidos y conscientes de las demás capas sociales, hacia arriba y hacia abajo, eran los aliados. En estos últimos se concentraba, en buena medida, el más puro ideal democrático y antitrujillista, fraguado a lo largo de los años de resistencia interna, con la correspondiente cuota de exilio, cárcel y sacrificio de todo género.
¿En qué condiciones ejerció su gobierno? ¿Qué fuerzas desataron el golpe?
Es fácil suponer que desde el mismo día en que se produjo su contundente victoria electoral los sectores que se oponían echaran a andar planes conspirativos para evitar el acceso del PRD al poder, o al menos impedir su permanencia por mucho tiempo.[4] Para mediados de 1963 la conspiración había llegado ya a su punto más alto y envolvía a toda la jerarquía ultraderechista de la Unión Cívica, latifundistas, empresarios de mentalidad retrógrada, comerciantes inescrupulosos, una parte importante de la cúpula militar y la iglesia católica, sindicalistas corrompidos y periodistas al servicio de la reacción[5], con toda la cobertura logística de la Embajada norteamericana.
Hay que comprender que el gobierno del profesor Bosch transitó durante los siete meses de su término sobre campos minados. La promulgación en el mes de abril de la nueva Constitución reformada por la constituyente perredeísta, llevó a extremos de desesperación a los golpistas. Esta Carta Magna era la más democrática que había conocido el país en toda su historia. En ella se ampliaban de forma considerable las libertades públicas, se otorgaba a los obreros el derecho a participar en los beneficios de las empresas donde trabajaban; se proclamó la libertad sindical, se consagró para los campesinos desposeídos el derecho a la tierra y se prohibía el latifundio. Se establecía además el acceso a la vivienda y la plena vigencia de los derechos humanos. Una cuestión que no puede ignorarse es que en esta Constitución no se aludió al Concordato, lo cual convertía a la cúpula de la Iglesia católica en el más fiero enemigo del Gobierno. [6]
Eso sí, nadie cuestionó la honradez de su desempeño presidencial. La honestidad que distinguió a Bosch es paradigmática. Nunca antes en la historia del país un gobernante actuó con ese sentido de entrega, sin ninguna clase de enriquecimiento personal. [7]
¿Cómo Bosch apreció aquellos hechos?
Él fue un hombre con un ideario que enriqueció a lo largo de su vida. Nunca dejó de aprender ni de incorporar nuevos conocimientos. Ello distinguió su accionar, lo mismo en el campo teórico que en la lucha política. La madrugada del 25 de septiembre de 1963 aprendió de manera forzosa una lección. Las enseñanzas que extrajo también ganaron en profundidad con el paso del tiempo.
Casi en un primer momento, en julio de 1964, escribió ese libro emblemático que es Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, en el cual analiza tanto el escenario social y político que encontró a la muerte de Trujillo[8] como el papel que asumió el PRD en lo que denominó la “hora crítica”. Parte del hecho que durante el período dictatorial la República Dominicana vivía aislada del resto del mundo, y los luchadores antitrujillistas en el país no conocían el pensamiento de los que habían logrado saltar esa muralla e irse afuera, a otros mundos. Fue desde allí que estudiaron con serenidad, y relativa objetividad, el proceso histórico, la psicología nacional, el quehacer de las fuerzas internas y externas que presionaron sobre el pueblo dominicano y lo formaron, o deformaron, en un trabajo de siglos.
En dicho texto Bosch examinó casi con exactitud milimétrica cada uno de los movimientos tácticos de la oligarquía cívica y sus aliados, antes, durante y después de las elecciones de 1962. De igual forma el papel que se adjudicó la clase media en sus distintos estratos y la labor de la iglesia en la materialización del golpe. Llama la atención su mirada sobre el presidente Kennedy y su política internacional hacia América Latina, que cobró cuerpo en la llamada Alianza para el Progreso, y sus aprehensiones respecto al embajador John Bartlow Martin. La indulgencia con que enfoca las relaciones de la Embajada estadounidense con su gobierno, y la participación en la asonada, denotan los aires de ingenuidad del demócrata idealista que todavía era Bosch. A la vuelta de pocos meses los acontecimientos le darían una sacudida tan fuerte que habrían de provocar un dramático vuelco en todos los esquemas de su pensamiento. [9]
Usted en otras conferencias[10] afirma que abril “es un mes entre dos fuegos” en alusión a Playa Girón, en 1961, y a la Revolución Constitucional que, en Santo Domingo, tuvo lugar en 1965…
El triunfo de la revolución cubana en enero de 1959, junto al ascenso del liderazgo político internacional de Fidel Castro, definieron un nuevo escenario de conflicto con el imperio del norte, para aquel momento pretendido dueño y señor de toda América. Lo acontecido en La Habana y el resto de las ciudades había sido, a los ojos de Washington, un mal ejemplo. Antes en Guatemala, en 1954, hubo necesidad de mostrar los dientes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y usar el garrote contra el gobierno democrático de Jacobo Arbenz. En el caso de Cuba deseaban aplicar la misma medicina.
Para entonces Juan Bosch había captado con fino olfato político la gravedad de los tiempos, aunque no lograba entender hasta qué punto estaba comprometida la democracia en el Caribe y América Latina, con la causa innoble de la dominación imperialista norteamericana.
La victoria del pueblo cubano en menos de 72 horas tuvo resonancias universales. En el ámbito continental, desde todas las ópticas, ello adquirió dimensiones superiores. A partir de entonces el imperio tomaría las medidas necesarias para bloquear y blindar su frontera en el Caribe. Todos los acontecimientos políticos estarían condicionados por el fuego de abril en Girón: el ajusticiamiento de Trujillo 40 días después en la República Dominicana; la crisis de octubre en La Habana; el complot contra Duvalier en Haití desde finales de 1962; y por supuesto, el golpe de Estado al gobierno de Bosch y la posterior intervención militar para impedir su retorno al poder.
Hay una idea que me gusta repetir, pues ilustra la interconexión que hubo entre los hechos. En el lenguaje coloquial de nuestros pueblos se hubiese dicho: … los platos que Cuba rompió en Playa Girón se los hicieron pagar a la República Dominicana en 1965.
Cuba fue el primer país que levantó su voz para condenar la invasión militar norteamericana en Santo Domingo. Ahí está el vibrante discurso del Comandante en Jefe en la Plaza de la Revolución el 1ero de mayo de 1965. Hay que decir más: la posición firme y enérgica de este archipiélago en la ONU, denunciando la intervención imperialista, fue lo que evitó que Estados Unidos usara la fuerza de su ejército para tomar a sangre y fuego la zona constitucionalista. El precio hubiese sido la destrucción de la ciudad primada de América, porque los heroicos combatientes del coronel Caamaño estaban dispuestos a caer bajo los escombros de la urbe, antes que entregar el último espacio de soberanía de la República en Armas.
Las tropas desembarcando en República Dominica, cuyo anuncio realizó el miércoles 28 de abril el presidente Lyndon B. Johnson, es una de las tantas muestras de los crímenes de Estados Unidos y, al mismo tiempo, testimonio de la certeza de Bosch al concebir el Caribe como frontera imperial…
Después de aquella comparecencia televisiva, a la vuelta de pocos días, los Estados Unidos desembarcaron en territorio dominicano más de 42 mil marines, para impedir el avance y la inminente victoria de la revolución constitucionalista, bajo el liderazgo militar del coronel Caamaño. Ese movimiento tenía como propósito que Bosch asumiera el gobierno, respetando así la voluntad popular al elegirlo. Se inició una nueva etapa de la guerra, que adquirió carácter patriótico y anti-imperialista, llevando a la radicalización de los sectores más moderados en el frente de respaldo a la constitución mancillada.
Luego de 30 días de confrontación, ablandamiento con fuego de mortero y vanos intentos de llevar a las fuerzas revolucionarias a la capitulación, comenzó un largo proceso de negociación, bajo el asedio de las tropas interventoras y en condiciones militares claramente adversas para el coronel Caamaño y su reducto de resistencia patriótica, confinado entre los muros de Ciudad Nueva. Allí se había formado el nuevo gobierno de la República en Armas, presidido por Caamaño, siguiendo instrucciones del presidente Bosch desde su exilio en Puerto Rico.
Los días 15 y 16 de junio fueron los más intensos y heroicos. Los invasores lanzaron una gran ofensiva intentando en vano tomar la ciudad rebelde; los combates de esas dos jornadas gloriosas costaron enormes bajas al invasor. Las fuerzas del coronel Caamaño también entregaron su cuota de sacrificio.[11]
Una vez que se firmó el acta que puso fin a la guerra —e instaló a Héctor García Godoy como Presidente provisional de la República el 2 de septiembre de 1965— se preparó el terreno para la primera confrontación entre Juan Bosch y Joaquín Balaguer, la otra figura con mayor ascendencia en el escenario político nacional en la segunda mitad de la centuria anterior. Bosch regresó a la capital quisqueyana el 25 de septiembre, exactamente a los dos años de ser sacado por la fuerza del gobierno, mientras que Balaguer tocó suelo desde el 28 de junio, poco antes de que comenzaran las negociaciones que finalizaron el conflicto y sentaron las bases para su retorno al poder. [12]
Esta guerra sin victoria fue para Bosch la segunda gran lección de su vida política. Ello lo convenció de que no bastaba haberle ganado la batalla en el terreno electoral a la rancia oligarquía, heredera natural de la dictadura trujillista. Tampoco fue suficiente derrotar en el campo bélico a la cúpula militar corrompida y golpista, soporte indecoroso del depuesto régimen de facto. A partir de ahora tendría de frente nada menos que a la potencia militar más poderosa del hemisferio, y ello le obligaría a replantear de cara al futuro, todos los esquemas de lucha y organización política.
Tiempo después le tocaría a Bosch, desde su exilio en España, hacer el recuento de los hechos; remover los escombros de este otro fuego de abril y reflexionar acerca del futuro de la gobernabilidad latinoamericana.
Al escribir por aquellos años su monumental historia del Caribe, lo que hizo fue lanzarse a una búsqueda profunda de los elementos causales de la intervención militar de los Estados Unidos, que ahogó en sangre la revolución democrática en la República Dominicana
Una parte de la izquierda, sin embargo, primero cuestionó su decisión de no llegar a Santo Domingo y, después de las elecciones de 1966, marcharse a Europa. [13]
Bosch fue, a lo largo de toda su vida, una figura polémica. El campo de la política no es la excepción. En lo personal, más allá de que es cierto de que había maneras de arribar a Santo Domingo, creo que estaba entrampado y poco podía hacer en aquel contexto específico. Hay que considerar, por otro lado, que Bosch pasó a ser en Puerto Rico, desde el 25 de abril, un prisionero virtual de los cuerpos de inteligencia y seguridad de los Estados Unidos. No se puede desconocer además que, con independencia del triunfo electoral el 20 de diciembre de 1962, el PRD no era un partido consolidado ni contaba con una base suficientemente fuerte. Mucho menos tenía plena conciencia, en todos sus estamentos, de qué debía llevarse a cabo. Además de la inexperiencia existía elevada incertidumbre.
En cuanto a lo segundo, su viaje a Europa, pienso que el conflicto político en que se vio sumergido lo obligó a aclarar sus ideas. Dentro de su proceder intelectual ello solo era posible tomando cierta distancia y dándose a la tarea de profundizar en los aspectos teóricos y conceptuales. A su partida dejó un movimiento popular aturdido, por la derrota electoral, e indefenso ante la embestida de la contrarrevolución que se veía venir. Reitero que hasta ese momento Bosch era un demócrata que creía en los postulados de dicho sistema. De pronto toda esa amalgama de sucesos, unido a la guerra imperialista en Vietnam, echó por la borda su concepción anterior.[14]
Dada su condición de pensador ahondó en la historia de nuestros pueblos y tomó en cuenta las singularidades de ese momento. Fue una etapa muy fecunda, marcada además por la asimilación del marxismo con espíritu creador. Bosch experimentó una transformación radical en su pensamiento político, que lo llevó a renegar de la democracia representativa como forma de gobierno. A este período, que se extendió hasta 1970, corresponden libros de extraordinario valor como Composición social dominicana; De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial; El pentagonismo sustituto del imperialismo y El próximo paso: dictadura con respaldo popular.
Me gustaría escuchar su valoración sobre cada uno de estos textos…
En Composición… realiza una examen profundo de la estructura social y un análisis diacrónico que toma como punto de partida la sociedad tribal precolombina, la esclavitud patriarcal y la formación de las primeras expresiones de la oligarquía criolla, ligadas a la producción de azúcar y, después, a los hatos ganaderos. Su disección histórica social lo lleva a detenerse en los orígenes de la pequeña burguesía criolla y la manera en que esta se alía, primero, y luego se enfrenta al poder de los hateros, a lo largo del arduo proceso que dio lugar al surgimiento del estado y la nación dominicana.
Con la elegancia en el lenguaje que lo caracterizó se sumerge en la evaluación de las interioridades psicosociales de esa pequeña burguesía y su inestabilidad política desde finales del siglo XIX. De igual manera en el contexto que condujo al establecimiento de la dictadura de Trujillo, y con ella a la transformación de la parte más aventajada en burguesía propiamente dicha.
Con ese libro Don Juan realizó un aporte significativo en el campo de la sociología política, especialmente por la forma en que presentó su examen sobre la pequeña burguesía, a la cual subdividió en alta, media, baja, baja pobre y baja muy pobre. Asimismo meditó sobre la manera de comportarse políticamente cada estrato y sub-estrato, a partir del modo específico de vincularse a los medios de producción y de participar en el reparto de la riqueza social.
De Cristóbal Colón… es una obra monumental en la que se lanzó a la búsqueda profunda de las causas por las que Estados Unidos llevó adelante la intervención militar en 1965. Después de analizar con rigor científico el papel jugado por los imperios coloniales y neocoloniales —en la conformación de las naciones y estados que integraban la frontera imperial de Caribe— se detuvo en la caracterización del último de los imperios. Ese que entró en guerra contra España a partir de la voladura del Maine, en la bahía de La Habana, el 15 de febrero de 1898. Un imperio que creó, como por arte de magia, una República independiente en la actual Panamá, solo con el objetivo de construir para su control el que devendría en canal interoceánico más importante del mundo, en cuanto al flujo comercial. El mismo que se estrelló en los arrecifes de Playa Girón, el 19 de abril de 1961, luego de que el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamara el carácter socialista de una revolución hecha en sus propias narices.
En El Pentagonismo… Bosch entregó una novedosa y atrevida tesis que tiene hasta el presente un gran impacto. La idea central era que el imperialismo, concebido como el poder de una potencia sobre territorios coloniales o neocoloniales, en aras de obtener ganancias económicas para los capitalistas de las metrópolis, había desaparecido. Su lugar era ocupado, en el fragor de la guerra fría, por el pentagonismo. Aunque su fisonomía podía asemejarlo con su predecesor era diferenciable por los fines que perseguían sus acciones en el campo de la política internacional de los Estados Unidos. Bosch alertó con este ensayo sobre el surgimiento en la potencia norteña de un poder militar alterno al andamiaje civil, el cual controlaba la política internacional a partir de las directrices del Pentágono. Este poderío no solo descansaba en el componente militar, sino que involucraba a una red de financieros y económicos, así como de políticos y figuras de los medios.
Con La dictadura con respaldo popular llegó a la conclusión de que había que buscar un modelo político apropiado para los países de América Latina y el Caribe ante el fracaso de la “democracia representativa”, la cual no estaba en condiciones de resolver los problemas fundamentales de la población pobre de esos países. Ello se agravaba, debido a que dichas falacias servían como mecanismo diabólico para legitimar el poder detentado por la fuerza, que ejercían los frentes oligárquicos locales en contubernio con los representantes pentagonistas.
Algo quedó claro con estas investigaciones: el Juan Bosch que regresó de Europa a su tierra natal, sumida en una especie de letargo bajo el influjo de una dictadura legalizada, no era ni por asomo el mismo que dejó el país en el otoño de 1966.
¿Qué anécdotas recuerda de sus vivencias junto a una figura de esa estatura?
Formo parte de una generación que no solo se educó bajo la impronta de Bosch, sino que fue salvada por él. De no haber fundado el PLD probablemente, a partir de sumarnos a la lucha desde la izquierda, habríamos sido exterminados en una etapa en que la represión era una realidad cotidiana. Él nos enseñó a pelear, con convicciones y argumentos, dentro del entramado de un Estado como el nuestro. Con su prédica y ejemplo creó un receptáculo que protegió a esa masa de la juventud y le dio a la vez nuevas armas de lucha.
Acumulo múltiples pasajes junto a él, desde la labor de prepararnos en el Partido para servir al pueblo. Vienen a mi mente dos en los cuales se pone de manifiesto además un Bosch incisivo, en ocasiones ríspido, que no dejaba de indagar sobre todo lo que le circundaba.
A finales de los 70 tuvimos el primer contacto. Resultó un poco conflictivo. Me encontraba en un evento en la UASD donde se presentó ese libro formidable que es El Ingenio, del historiador cubano Manuel Moreno Fraginals. Tuvimos una discusión muy intensa con jóvenes de otras agrupaciones de izquierda, a partir de los puntos de vista sobre el papel de la caña de azúcar en la historia dominicana.
Terminando la actividad nos dirigimos a casa de Don Juan para explicarle los pormenores. Varios integrantes del grupo le contaron las posiciones, por ejemplo, de los representantes del Partido Socialista Dominicano (PSD). Él preguntaba sobre cada intervención y matiz de lo que sucedió. Yo no hablaba, debido a que era el más joven. Me observó de arriba abajo de forma penetrante y me dijo “¿Tú no vas a decir nada? ¿Qué razones tenías para estar en esa actividad?”. Me vi obligado a contarle sobre mis estudios de arquitectura y que trabajaba desde hacía varios años en las oficinas de un central azucarero. Al final señaló que yo tenía sólidas motivaciones para participar en aquel encuentro.
En 1993, en ocasión de la festividad por la boda del secretario general de nuestro Partido, un grupo rodeamos al profesor Bosch. Al verme me dice “¿Y tú dónde has estado? Pensé que te habías ido en yola para Puerto Rico”. Mi respuesta lo impactó, según me dijeron después el resto de los testigos. “Profesor, solo me iría en yola para Puerto Rico si usted fuera el capitán de la embarcación”. Fue la forma que encontré de expresarle que yo era uno de los jóvenes que fuimos tocado por el fuego abrasador del boschismo[15] y que asumió sus enseñanzas como cultura política de actuación ante la vida.
Tengo la satisfacción de ser uno, entre miles, que confirman que la cosecha a la que se consagró no fue en vano. Toda una generación prácticamente carbonizada encontró en su ideario el referente que nos aclaró hacia dónde transitar. En su nombre se formó una pléyade de oficiales jóvenes que, no comprometidos con la corrupción y el crimen, dieron una lección de coraje y patriotismo, convocando al pueblo a resistir y restaurar la democracia ultrajada. En el nombre de Bosch, en otras palabras, lo más granado de la juventud revolucionaria y progresista, asumió el camino de la lucha, el sacrifico y hasta el martirio.
⃰Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.
Notas, citas y referencias bibliográficas.
[1] “A los que ultimaron al Coronel de Abril, al guerrillero Román, les faltaba y les falta todavía visión perspectiva para comprender que ese tipo de acción no se comete contra personas aisladas, sino contra el pueblo dominicano que ajustará cuentas algún día. Los trabajadores y estudiantes dominicanos fueron lesionados duramente con la muerte de ese héroe nacional. Pero no fueron aniquiladas sus esperanzas, más bien fueron estimuladas para proseguir los esfuerzos y así lograr lo que él tanto deseara y por lo que tanto luchó”. Hamlet Herman: Caamaño. Biografía de una época, Editora Búho, Santo Domingo, 2013, p. 502.
[2] “General: … el destino de sus últimos días como dictador de la República Dominicana puede reflejarse con sangre o sin ella en el pueblo de Santo Domingo. Si usted admite que la atmósfera política de la América Latina ha cambiado, que en el nuevo ambiente no hay aire para usted, y emigra a otras aguas más seguras para su naturaleza individual, nuestro país puede recibir el 27 de febrero de 1962 en paz y optimismo; si usted no lo admite y se empeña en seguir tiranizándolo, el caos y la sangre llegarán más allá del umbral de su propia casa…”. Ver en: Joaquín Gerónimo: En el nombre de Bosch [Traspaso de antorcha], Editora Búho, Tercera edición, Santo Domingo, 2008, pp. 43-44.
[3] Leonel Fernández: Los Estados Unidos en el Caribe: de la guerra fría al plan Reagan, Editora Corripio, Santo Domingo, 1993, p. 142. Ver en: Ibídem, p. 56.
[4] “Es difícil establecer con exactitud el día en que fue decidido el derrocamiento de Bosch. Existen suficientes evidencias que demuestran que las conspiraciones dirigidas a realizar la primera fase del golpe de Estado se iniciaron mucho antes de celebrarse las elecciones de 1962. También hay otras evidencias que demuestran que las conspiraciones se incrementaron en forma increíble una vez las elecciones fueron celebradas. (…) Existen versiones de que se planeaba el asesinato del presidente electo”. Víctor Manuel de la Cruz: Juan Bosch: capítulos ocultos del Golpe de Estado, Editora Búho, Santo Domingo, 1999, p. 233.
[5] “En su carrera desbocada por acuñar la imagen de un gobierno represivo y especialmente encarnizado contra la libertad de prensa y el derecho de propiedad, levantando en el horizonte nacional el fantasma del ´castro-comunismo´, los principales medios de prensa del país, alineados con la oposición cerril contra la administración del presidente Bosch, no solo manipulaban, sino que fabricaban falsos peligros. De esta manera cumplían la tarea asignada: atizar el miedo y la zozobra, en busca de un golpe de Estado, o la ingobernabilidad que lo justificase”. Eliades Acosta Matos: 1963: De la guerra mediática al golpe de Estado, Fundación Juan Bosch, Soto Castillo Impresores, Santo Domingo, 205, p. 423.
[6] “Otro de los temas abordados por el candidato Juan Bosch en el mes de noviembre demostraba que en el programa de cambios por el que luchaba su partido, la primera prioridad la tendrían los problemas terrenales de los ciudadanos, empezando por la pobreza y el hambre, y luego los demás de índole política, ideológica, incluso, religiosa. Para el alto clero católico, históricamente ligado al poder y acostumbrado a preeminencias, privilegios y a ejercer decisiva influencia en la política, especialmente durante los años junto a Trujillo, se trataba de un peligroso precedente que podía afectar sus intereses más sagrados y reducir su inmenso poder e influencia”. Eliades Acosta Matos: Un debate de vida o muerte. Juan Bosch versus Láutico García, Fundación Juan Bosch, Soto Castillo Impresores, Santo Domingo, 2018, p. 44.
[7] “Durante los siete meses que tuvo Bosch en el poder, su honestidad se mantuvo como un faro, la cual se convirtió en el modelo a seguir de la generación de dominicanos que él representaba. Tanto es así, que en su editorial de fecha 30 de septiembre de ese año The Miami Herald llegó a reafirmarla con el siguiente título ´El legado del honrado Juan´”. En dicho texto se afirma: “Cualquiera que sea el caso –a favor o en contra- de Bosch él no salió del país como lo han hecho muchos hombres fuertes de la América Latina: con el tesoro público en su maletín… El Presidente dominicano salió de Santo Domingo sin un centavo, dejando tras sí una cuenta bancaria de $ 101. 04 para pagar a sus acreedores. Una tienda de muebles reclamó el mobiliario de su casa”. Cándido Gerón: Juan Bosch. Exilio, Golpe de Estado de 1963 y La Revolución de Abril de 1965, Editora Centenario, Santo Domingo, 2008, p. 135.
[8] Escribe Bosch desde Puerto Rico: “Al producirse la fuga de los Trujillo el país entró en una etapa abiertamente revolucionaria, pero revolucionaria en cuanto al ambiente, no en hechos. (…) El concepto de autoridad había sido sustituido por un impulso vengativo popular que en un primer momento se satisfacía con la depredación de los bienes de los fugitivos. (…) Se trataba de la reacción primitiva de unas masas que buscaban sacar algún provecho de la caída del trujillato. (…) Las masas buscaban ventajas y las sacaban en muebles y vajillas”. En una muestra de la manera dialéctica con que siempre asumió el conocimiento histórico añade: “En los siete meses transcurridos desde la muerte de Trujillo hasta el 31 de diciembre de 1961, la historia dominicana avanzaba de prisa; y la historia avanza devorando, creando, destruyendo y construyendo. No en balde es la síntesis del poder creador y destructor de la especie humana”. Juan Bosch: Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, Editora Alfa & Omega, 5ta edición, Santo Domingo, 2009, pp. 50-51.
[9] Examinando años más tarde el papel de EE.UU. en el golpe de Estado que se organizó en su contra, Bosch reconoció: “Hace diez años yo pensaba que el presidente Kennedy no lo conocía, pero después de haber leído varias obras sobre el funcionamiento de los centros de poder político de Estados Unidos llegue a la conclusión de que el plan que se hizo para derrocar a Duvalier con ataques guerrilleros no podía llevarse a cabo sin la aprobación del presidente. El golpe de 1963 no fue planeado pero hubo que darlo para salvar a John F. Kennedy del escándalo internacional que hubiera sido inevitable pues como habíamos dicho, lo que hizo el gobierno presidido por él no lo había hecho ningún otro en la historia: organizar campamentos guerrilleros en el territorio de un Estado amigo ocultándole esa actuación al jefe de ese Estado. (…) Para colmo de males, el prestigio de Kennedy, que había quedado muy herido con el fracaso de Bahía de Cochinos, iba a quedar peor aún si se conocía la razón del golpe de Estado que se había dado en la República Dominicana. Juan Bosch: “La Intervención Yanqui en el Golpe de 1963”, publicado originalmente en: Vanguardia del Pueblo, miércoles 25 de septiembre de 1985. Dirección URL: .
[10] Una de ellas es la que pronunció el 24 de abril del 2017 en el Centro de Estudios Martianos de La Habana. Varias de las ideas sobre esta temática las reiteró y amplió durante el diálogo que sostuvimos y que publicamos ahora. Ver: Joaquín Gerónimo: “Abril entre dos fuegos”. Dirección URL: .
[11] Sobre esta gesta heroica es importante resaltar que: “Se dio en ese momento una comunión de intereses entre militares democráticos y pueblo que solo tenía precedentes en la historia dominicana cien años atrás, cuando, desde 1863, se desarrolló la guerra por la restauración de la República en contra del colonialismo español. Ser vencidos por unos pocos militares y por un pueblo desarmado y sin entrenamiento, vino a ser el colmo de la humillación para las Fuerzas Armadas formadas bajo el trujillismo y reforzadas ideológicamente por el anticomunismo de la guerra fría. (…) No podían los derrotados jefes militares alegar la superioridad numérica del adversario ni ventaja alguna en el armamento. Los había vencido la fuerza de la razón de un pueblo decidido a ofrecer su vida con tal de liberarse del gobierno ilegal y colocar en su lugar al Presidente constitucional que había llegado allí a golpe de votos democráticos”. Hamlet Herman: Caamaño…Ob. Cit., p. 231.
[12] “Alguien se atrevió alguna vez a proponer lo que podría ser el perfil psicológico de ambos personajes. A Balaguer se le vería como un ser egoísta de su tiempo y de sus afectos. (…) Intelectualmente es muy hábil, aunque es mayor su destreza que su talento. No tiene confianza en sí mismo aunque aparente lo contrario. Se impacienta fácilmente, es colérico en ocasiones y sus arrebatos son muy de temer. (…) Necesita saberse rodeado y halagado por los demás. En sus relaciones con el sexo opuesto se muestra débil. Alrededor de él siempre habrá peligros, enfermedades y accidentes. En la búsqueda de lo que considera el éxito tratará de ganar por cualquier medio, no importa si éste resulta malo o peor”. En cuanto al autor de Camino Real escribe: “El perfil de Bosch lo retrataría como un ser orgulloso que no se molesta en conquistar a otros y entiende que por sus atributos será buscado por los demás. (…) Es excesivamente obstinado y siempre está convencido de que tiene la razón. (…) No permite que los que le rodean gasten más de lo justo y lo hace por el bien de la comunidad y de los individuos. (…) Le gustan las competencias y los concursos. Busca siempre la ocasión de obtener un premio, un diploma o una medalla. Es un perfeccionista nato. Toma en cuenta rápidamente todos los detalles, aunque a veces sus ideas sean mejores en la teoría que en la realidad. (…) Soñará despierto muchas veces y por ello sufrirá algunos fracasos. (…) Le gusta sentirse elogiado y es muy sensible a las críticas. (…) Es un trabajador incansable, desprovisto de pereza, lleno de buena voluntad y de nobles ambiciones. (…) Algunas veces le costará mucho trabajo abrirse camino debido a su orgullo y su creencia de que todos le deben vasallaje, lo que obstaculizará la segunda parte de su existencia adulta”. Joaquín Gerónimo: En el nombre de Bosch… Ob. Cit., pp. 33-34.
[13] “Tras conocerse la intención de Bosch de dejar el país, por lo menos durante tres meses, tanto su Partido como la opinión pública expresó su rechazo absoluto. (…) El principal beneficiario de esa retirada sin causa justificada sería el presidente Joaquín Balaguer, quien reinaría solitario en el manejo de la nación dominicana. (…) El Presidente del PRD alegó que desde la distancia podría inspirarse mejor y escribir su ´tesis sobre el sector agrícola dominicano´. No obstante, dejaba al pueblo dominicano huérfano de una táctica política para enfrentar el salvajismo balaguerista y la débil capacidad de respuesta de las fuerzas patrióticas”. Hamlet Herman: Caamaño…Ob. Cit., p. 285.
[14] “A nuestro juicio, lo que parece haber conducido a Juan Bosch a reflexionar sobre la naturaleza y composición del gasto militar de los Estados Unidos y de su relación con el diseño y aplicación de su política exterior, fue, en primer lugar, la propia ocupación militar norteamericana en la república Dominicana en el año 1965; y en segundo término, el escalamiento, casi simultáneo, de la Guerra de Vietnam”. Leonel Fernández: “Introducción”, en: Juan Bosch: El pentagonismo sustituto del imperialismo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007, p. 11.
[15] El PLD asume, de manera oficial, la Teoría Boschista. “Definimos así al conjunto general y particular de principios, interpretaciones de acontecimientos históricos, métodos y lineamientos organizativos, enunciados, analizados y creados por el compañero presidente Juan Bosch. Este conjunto de principios ha constituido el fundamento teórico que ha permitido conocer e interpretar cabalmente la sociedad dominicana en sus características propias de desarrollo de capitalismo tardío, dependiente, deformado y parte integrante del tercer mundo. (…)El Boschismo no es solamente la teoría que estudia, analiza e interpreta la sociedad dominicana, sino también es la base política del método que nos ha permitido construir el Partido capaz de transformar esta sociedad, y la base que nos permite también crear y aplicar una táctica correcta que haga más factible el alcance de nuestro objetivo estratégico, que es la liberación nacional”. De igual manera se recoge que: “Los innumerables aportes del compañero JUAN BOSCH tanto en el campo de las Ciencias Sociales, las tesis sociales y políticas que plantea para la trasformación de la sociedad dominicana hicieron que los peledeístas adoptaran a partir de noviembre de 1987 el Boschismo como teoría del PLD. Para ello se propuso, primero en el Comité Político con 5 votos contra 4, luego en el Comité Central, con 19 votos a favor y 15 en contra, y luego, mediante un plebiscito celebrado en las bases, se aprobó con un 91.67% de los estamentos que conforman el Partido de la Liberación Dominicana”. Ver en Partido de la Liberación Dominicana. Dirección URL: http://pld.org.do/el-partido/teoria-boschista/
Hassan Pérez Casabona⃰
Poseer vínculos sólidos durante cuatro décadas con una de las instituciones docentes más prestigiosas de América Latina y el Caribe, la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), hace que nunca haya perdido el contacto —más allá de las disimiles responsabilidades partidistas, de gobierno y en el sector profesional que ha ocupado— con los jóvenes y estudiantes.
Si bien se graduó como arquitecto, especialidad en la que es reconocido en su país fundamentalmente desde que publicó el libro Campo-ciudad: artículos y conferencias sobre temas de Urbanismo, un cuarto de siglo atrás, es un conocedor de la historia latinoamericana y amante de la literatura y el periodismo, en los cuales incursiona con éxito.
Su novela Con los pies en el cielo (2009) fue muy bien recibida por la crítica, al igual que el libro En el nombre de Bosch [Traspaso de antorcha] —que vio la luz en diciembre del 2001 y con reediciones en agosto y octubre del 2008— en el que se sumerge en el entretelón de varios de los acontecimientos y batallas políticas acaecidas en suelo quisqueyano, tomando como vórtice la figura señera de Juan Bosch. Es un asiduo colaborador de Vanguardia del Pueblo y de Política: Teoría y Acción, el periódico y la revista teórica, respectivamente, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), fundado por Bosch el 15 de diciembre de 1973.
El 12 de abril del 2015 Joaquín Gerónimo Berroa arribó a Cuba para desempeñarse como embajador de su país. “Estoy muy contento con los resultados del trabajo desplegado en varios ámbitos. Ello nos ha permitido estrechar aún más los lazos de hermandad que unen a República Dominicana y Cuba desde hace siglos”, expresa con visible emoción.
El pretexto para el diálogo fue precisamente el hecho de que este 16 de abril se celebraron 20 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, decisión tuvo lugar bajo el primer gobierno de Leonel Fernández Reyna. Asimismo dada su condición de experto sobre el pensamiento de Juan Bosch, una de las personalidades más cautivantes del panorama hemisférico durante la centuria pasada.
Háblenos de sus lazos con Cuba…
Mi primera visita a este hermoso país tuvo lugar entre abril y mayo de 1981. Es un tema que casi no he contado. Apenas egresado de la UASD vine con un compañero, y una enorme motivación por conocer in situ la realidad cubana. Lo hacíamos en representación del Colegio Dominicano de Ingenieros y Arquitectos (CODIA) para participar en un congreso panamericano de asociaciones de arquitectos. Tuvimos la osadía de ir a ver a Don Juan, para pedirle una nota de recomendación. Él no solo nos ayudó sino que, por tratarse de Cuba, a la cual consideraba su segunda patria, nos contó varias de sus vivencias a lo largo de los 19 años en que residió en esta tierra.
Hicimos escala en Puerto Príncipe y en Kingstown. En la capital jamaicana les entregamos a los funcionarios de la embajada cubana la carta que traíamos elaborada por Bosch. Ellos nos dieron de inmediato una visa volante. Al llegar al aeropuerto José Martí nos llevamos una enorme sorpresa, pues nos estaban esperando los compañeros Omar Córdova, funcionario del Departamento América del Comité Central del PCC y quien más tarde sería embajador en Santo Domingo, y Luis F. Céspedes, asesor del Ministro de Educación Superior Fernando Vecino Alegret, quien entre sus múltiples tareas gubernamentales atendía las relaciones con República Dominicana.
Resultaron tres semanas muy intensas en la cual intercambiamos con personas de distintos sectores. No olvidaré jamás el honor de participar en la Plaza de la Revolución en el desfile por el 1ero de Mayo y la impresión que me causó presenciar de cerca a las Milicias de Tropas Territoriales (MTT) recién creadas.
¿Volvió antes de su designación como embajador?
Sí, mi segundo viaje ocurrió en 1983. Fue un intercambio que se organizó con la Universidad Central de Las Villas (por el doctor Franklin Almeida, director del Colegio Universitario) en los campos académico y deportivo. Esta vez lo hice junto a mi amigo desde la enseñanza secundaria, y también profesor entonces de la UASD, Leonel Fernández a quien le había contado mucho sobre las experiencias que adquirí en el recorrido de 1981.
Leonel sería electo trece años más tarde presidente, por primera vez (1996-2000), como candidato del PLD. Fue también un recorrido muy penetrante que incluyó a La Habana, aunque en condiciones diferentes al anterior. Cada vez que conversamos sobre esta etapa bromeo y le digo que el que hice antes fue superior en todos los aspectos. El presidente termina aceptando este criterio con una sonrisa.
Regresé nuevamente en 1997. Recuerdo que tiempo después escribí un artículo para Vanguardia del Pueblo titulado: “Cuba: una economía de Semana Santa”, en el cual concluía con mucho optimismo, al analizar la situación económica por la que atravesaban, que la Mayor de las Antillas se recuperaría en ese terreno y que, a partir de la alegoría bíblica, así como hubo una viernes de vía crucis, también existiría un sábado de gloria y un domingo de resurrección. No podemos olvidar que durante estos años denominados con acierto “período especial” se desató un intenso debate a escala internacional, en el cual los amigos de Cuba estábamos obligados a intervenir.
En julio del 2000 vine, junto a tres compañeros de la dirección del Partido, con un mandato del presidente Fernández para ver a Don Juan, quien ya tenía la salud quebrantada y estaba siendo tratado por médicos de excelencia en La Habana. Conversamos ampliamente con Doña Carmen Quidiello, una mujer excepcional nacida en Santiago de Cuba con la cual se casó el profesor en 1943, mientras vivía en la capital cubana.
Poco después Bosch retornaría a Santo Domingo, donde falleció el 1ero de noviembre del 2001. Su deceso estremeció no solo a República Dominicana. El sepelio devino en marea humana, lo cual ratificó su enorme significación para nuestra historia contemporánea. Fidel Castro y Hugo Chávez enviaron sentido mensajes de condolencia. Te diría más: no hubo en mi país una personalidad más influyente en la segunda mitad del siglo XX que Juan Bosch.
¿Cómo recibió la noticia de su nombramiento en la responsabilidad actual? ¿De qué manera valora lo alcanzado?
Era algo que no imaginaba y que me permitió reencontrarme con un país que es ejemplo para la región. Arribé en un contexto particular, bajo los ecos del anuncio sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos del 17 de diciembre del 2014. Desde entonces me propuse trabajar en diversos terrenos en los cuales es posible incrementar nuestros nexos, y colocarlos a la altura del cariño que existe desde tiempos inmemoriales entre los dos pueblos. Bastaría mencionar nuestras luchas por la independencia, la música, el baile y el béisbol para corroborar la robustez de esos lazos identitarios. Pongo el ejemplo del vóleibol, donde aprendimos tan bien las técnicas de la escuela cubana que, en el presente, asumimos el gran legado de las Espectaculares Morenas del Caribe con nuestras “Reinas del Caribe”.
Hatuey, Enriquillo, José Martí, Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella (uno de nuestro próceres y abuelo de Julio Antonio Mella), Máximo Gómez, Fidel Castro y Juan Bosch, entre muchos, representan inspiración para desandar nuevos caminos.
Hay que reconocer además que, antes del restablecimiento oficial de estos nexos (hubo consulado en La Habana desde 1855, once años después de proclamarse nuestra independencia y trece antes del 10 de octubre de 1868; y se creó una legación en 1904, rompiéndose las relaciones en 1960 en época de Trujillo) después de 1959 hubo múltiples personalidades que trabajaron con denuedo por impulsarlos en diversas áreas. De la parte cubana sobresalieron, entre muchos, el Comandante Delio Gómez Ochoa (considerado Héroe Nacional en República Dominicana) Eusebio Leal, Fernando Vecino, Omar Córdoba, Otto Marrero, Luis Morejón y Luis Céspedes. En Santo Domingo, Alberto Vicioso y Euclides Gutiérrez se entregaron a esta causa.
La visita de Fidel a Santo Domingo, en agosto de 1998, fue un hecho de enorme trascendencia. El Comandante nos estremeció cuando dijo que era un sueño de toda una vida hecho realidad. Su decisión de que Cuba construyera el Politécnico Máximo Gómez en Baní fue un gesto que caló profundo en la sociedad y opinión pública dominicana. En ese centro se han graduado cientos de jóvenes en varias profesiones y oficios.
En estos últimos años en el plano político, por ejemplo, el presidente Danilo Medina viajó a Cuba en varias ocasiones, incluyendo a la Cumbre de la CELAC del 2014 en la que se aprobó la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz. En el 2016 el mandatario estuvo en Cuba en tres oportunidades, incluyendo las honras fúnebres del Comandante en Jefe. Ahora acaba de enviar un mensaje de felicitación al compañero Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez por su elección como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
El General de Ejército Raúl Castro, por su parte, asistió en Punta Cana a la Cumbre de la CELAC del 2017. Entre el 20 y el 23 de marzo de este año el expresidente Leonel Fernández (quien realizó cinco visitas oficiales a Cuba en sus diversos gobiernos) impartió la conferencia magistral inaugural en el XIII Encuentro Internacional de Estudios Políticos, organizado de manera excelente por la Universidad de La Habana y la Asociación de Historiadores de América Latina y el Caribe (ADHILAC).
Estamos trabajando además, como acaba de expresar el canciller Miguel Vargas en el acto desarrollado en Santo Domingo este 16 de abril, por aprobar un acuerdo integral que potencie nuestras relaciones en todos los planos. Es cierto que hemos firmado en estas dos décadas numerosos memorandos, actas y otros mecanismos de entendimiento, pero aspiramos a un escalón superior, mucho más completo, teniendo en cuenta las fortalezas con las que contamos. Ese también fue el espíritu de la celebración el martes 17 en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Las palabras del presidente del ICAP, el Héroe de la República de Cuba Fernando González Llort, resultaron estimulantes. Sé que es perfectamente viable proseguir avanzando.
El son y el merengue, la rumba y la bachata, corren por nuestras venas. Johnny Ventura y Pancho Amat; Silvio Rodríguez y Sonia Silvestre; Sergio Vargas y Mayito Rivera, Liuba María Hevia y Víctor Víctor, por solo mencionar algunos nombres, representan expresión genuina de esa hermandad en el ámbito cultural. Ese es el espíritu de la delegación cubana que participará en la venidera Ferial Internacional del Libro de Santo Domingo.
Ahora mismo acabo de regresar de Camagüey, invitado por ese cineasta de primer orden y defensor de la cultura caribeña que es Rigoberto López. La filmación de El Mayor, es una aventura que permitirá aproximarse mucho más, desde códigos actuales, a la figura apasionante de Ignacio Agramonte. En esa línea estamos trabajando en un proyecto conjunto, también dirigido por López, sobre el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, personalidad cimera en la Revolución de Abril de 1965, muy vinculado con Cuba y sin la que no se puede entender el devenir dominicano.
Estamos desarrollando una investigación profunda sobre su personalidad. Debe llamarse Armado para morir e intentará reflejar la vida de un hombre que se levantó como símbolo de la dignidad nacional ante la invasión de Estados Unidos cincuenta y tres años atrás y que luego fue asesinado, en febrero de 1973, al retornar a su país con el propósito de continuar la lucha revolucionaria. [1]
¿Por qué surge la idea de escribir En el nombre de Bosch…?
Es un texto con una historia singular. En la noche del 30 de junio de 1996 festejábamos la victoria en las urnas del PLD, durante la segunda vuelta, que llevaría al Palacio Nacional a Leonel Fernández. Ese día cumplió 87 años Juan Bosch, quien el 2 de junio pronunció su último discurso público. En la mañana siguiente fui a ver al presidente electo y, como parte de la conversación, éste me dijo: “Creo debes escribir una libro sobre todo lo que hemos vivido para llegar aquí. A ti te gusta la literatura y tenemos el deber de plasmar las vicisitudes que pasamos y, al mismo tiempo, el privilegio que tiene nuestra generación de ser formada bajo el magisterio de Bosch y otras figuras que actuaron como mentores”.
Ese diálogo, en verdad, fue una catarsis que tomó forma mediante la evocación del largo trecho recorrido. Si antes solo éramos portadores de sueños delineados sobre las páginas de una imaginación repleta de idealismo y utopías, ahora teníamos la posibilidad de comenzar a plasmar, con hechos concretos, aquellas transformaciones sobre las que tantas veces debatimos.
La idea inicial era que se llamara Traspaso de antorcha, tomando en cuenta el relevo que se produciría. No fue posible, sin embargo, escribirlo en ese momento. Las tareas de gobierno eran apremiantes. Asumí como Director General de la Vivienda, con rango de ministro, y ello me absorbió por completo. Por otro lado tuvimos que enfrentar diferentes irregularidades, lo que generó un clima complejo. Perdimos las elecciones en el 2000. Sentí que, de alguna manera, la antorcha había caído. Eso me llevó a la idea de reflexionar sobre cómo nuestra generación asumía el legado de Don Juan. Somos la hechura de Juan Bosch. Por eso fui a los orígenes de su formación.
Con esa premisa escribí un texto que, si bien no era exactamente lo que conversamos el 1ero de julio de 1996, en el apartamento-estudio que sirvió como alojamiento temporal de nuestro candidato en la etapa final de la campaña (Leonel derrotó en aquella ocasión al doctor José Francisco Peña Gómez, del PRD, uno de los líderes de masas más fogosos y enervantes en mi país durante el siglo veinte) si era nuestra mejor aproximación a los análisis sobre esos años de lucha. El jueves 10 de enero del 2002, en la Sala Pedro Mir de la librería Cuesta, se hizo la presentación formal la cual estuvo a cargo del Dr. Leonel Fernández, ya como ex presidente de la República. Salió solo con el título de En el nombre de Bosch.
A partir de la segunda edición le incluí un epílogo el cual si llamé [Traspaso de antorcha] en el que explico varios pormenores sobre los cambios que se operaron en el tiempo, desde el momento en que la idea comenzó a tomar cuerpo.
Un aspecto que distingue el libro es el capítulo IX “Mirando el agua correr bajo los puentes”. En este me valgo —a diferencia de los anteriores que están marcados por el examen de los acontecimientos desde la mayor objetividad posible— de la libertad de fabular sobre lo que podía opinar el profesor Bosch, acerca de la etapa que se abrió entre 1996 y el 2000. Él se había retirado oficialmente de la política desde 1994, así que fue el recurso que encontré dentro de la organicidad que le conferí a esta obra en la cual, desde la arrancada, el protagonismo recaía en Don Juan.
Dicha solución me permitió comprobar que el uso de elementos de ficción, y de pasajes novelados, le abre a un investigador otros horizontes en el momento de escrutar la sociedad. Existe un nexo muy fuerte entre literatura e historia. Ello me llevó a redactar poco después la novela Con los pies en el cielo, en la que coloco a los personajes en la segunda mitad del siglo pasado, comenzando en la etapa final de la dictadura de Trujillo.
¿Qué considera hizo posible a Bosch convertirse en el primer presidente electo democráticamente en su país luego de la caída del tirano?
Hay que tener en cuenta que Trujillo sostenía con fuerza la bandera del anticomunismo y con ello se ganaba el respaldo y la tolerancia de Estados Unidos hacia sus desmanes sanguinarios. Para finales de los años 50, sin embargo, el panorama político nacional y regional cambiaba con tal celeridad que podía presagiarse el final de sus días. De esa forma, el 27 de febrero de 1961, Bosch le remitió una carta pública a Trujillo, desde su exilio en Venezuela y publicada en el diario La Esfera de Carcas, en la que le advirtió sobre la gravedad de las circunstancias y, al mismo tiempo, le anticipó su destino. Tres meses más tarde aquella premonición se hizo realidad.[2]
A su regreso a Santo Domingo, tras un exilio de 24 años, Bosch supo interpretar correctamente el nuevo escenario interno de la confrontación social y política en ausencia del sátrapa. Observó, con precisión de orfebre, dónde estaban los enemigos, donde los amigos y dónde los aliados, y así pudo ganarse el respeto, la admiración y confianza de unos y otros para alzarse con casi el 60 por ciento de los votos.
Considero que el primer gran acierto de la estrategia de inserción política de Bosch —en un escenario polarizado entre trujillistas y antitrujillistas— fue desmontar la cultura del miedo y deshacer las banderas de la oligarquía de la Unión Cívica Nacional. La UCN pretendía ganarse el favor del pueblo mediante un discurso de odio a todo cuanto pudiera significar transigir con los remanentes de la dictadura. Esa oligarquía, que en su momento se benefició alegremente de las migajas del régimen trujillista, ahora se presentaba como inmaculada defensora de las libertades públicas y garante de la democracia y la justicia social. Para Bosch ese era el enemigo, y también la carta más segura de Estados Unidos, puesta en juego desde mucho antes del 30 de mayo de 1961, cuando apreciaron que la prolongación de Trujillo en el poder se tornaba insostenible.
Siempre me gusta traer a colación el razonamiento que realizó el presidente John F. Kennedy al conocer del ajusticiamiento de Trujillo —mencionado por el historiador Arthur Schelesinger y citado por Leonel Fernández en su libro sobre Estados Unidos y el Caribe—relacionado con el abanico de opciones para la República Dominicana: “Hay tres posibilidades en un orden descendente de preferencia: un régimen democrático decente, una continuación del régimen de Trujillo o un régimen tipo Castro. Debemos aspirar a lo primero pero no podemos renunciar a lo segundo hasta que estemos seguros que podemos evitar lo tercero”.[3]
En cuanto a quienes era los amigos, eso estaba muy claro para Bosch. Era el pueblo llano en todos los niveles y capas de su estructura social, el pueblo pobre de los campos y villorrios. La juventud de clase media y los sectores más instruidos y conscientes de las demás capas sociales, hacia arriba y hacia abajo, eran los aliados. En estos últimos se concentraba, en buena medida, el más puro ideal democrático y antitrujillista, fraguado a lo largo de los años de resistencia interna, con la correspondiente cuota de exilio, cárcel y sacrificio de todo género.
¿En qué condiciones ejerció su gobierno? ¿Qué fuerzas desataron el golpe?
Es fácil suponer que desde el mismo día en que se produjo su contundente victoria electoral los sectores que se oponían echaran a andar planes conspirativos para evitar el acceso del PRD al poder, o al menos impedir su permanencia por mucho tiempo.[4] Para mediados de 1963 la conspiración había llegado ya a su punto más alto y envolvía a toda la jerarquía ultraderechista de la Unión Cívica, latifundistas, empresarios de mentalidad retrógrada, comerciantes inescrupulosos, una parte importante de la cúpula militar y la iglesia católica, sindicalistas corrompidos y periodistas al servicio de la reacción[5], con toda la cobertura logística de la Embajada norteamericana.
Hay que comprender que el gobierno del profesor Bosch transitó durante los siete meses de su término sobre campos minados. La promulgación en el mes de abril de la nueva Constitución reformada por la constituyente perredeísta, llevó a extremos de desesperación a los golpistas. Esta Carta Magna era la más democrática que había conocido el país en toda su historia. En ella se ampliaban de forma considerable las libertades públicas, se otorgaba a los obreros el derecho a participar en los beneficios de las empresas donde trabajaban; se proclamó la libertad sindical, se consagró para los campesinos desposeídos el derecho a la tierra y se prohibía el latifundio. Se establecía además el acceso a la vivienda y la plena vigencia de los derechos humanos. Una cuestión que no puede ignorarse es que en esta Constitución no se aludió al Concordato, lo cual convertía a la cúpula de la Iglesia católica en el más fiero enemigo del Gobierno. [6]
Eso sí, nadie cuestionó la honradez de su desempeño presidencial. La honestidad que distinguió a Bosch es paradigmática. Nunca antes en la historia del país un gobernante actuó con ese sentido de entrega, sin ninguna clase de enriquecimiento personal. [7]
¿Cómo Bosch apreció aquellos hechos?
Él fue un hombre con un ideario que enriqueció a lo largo de su vida. Nunca dejó de aprender ni de incorporar nuevos conocimientos. Ello distinguió su accionar, lo mismo en el campo teórico que en la lucha política. La madrugada del 25 de septiembre de 1963 aprendió de manera forzosa una lección. Las enseñanzas que extrajo también ganaron en profundidad con el paso del tiempo.
Casi en un primer momento, en julio de 1964, escribió ese libro emblemático que es Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, en el cual analiza tanto el escenario social y político que encontró a la muerte de Trujillo[8] como el papel que asumió el PRD en lo que denominó la “hora crítica”. Parte del hecho que durante el período dictatorial la República Dominicana vivía aislada del resto del mundo, y los luchadores antitrujillistas en el país no conocían el pensamiento de los que habían logrado saltar esa muralla e irse afuera, a otros mundos. Fue desde allí que estudiaron con serenidad, y relativa objetividad, el proceso histórico, la psicología nacional, el quehacer de las fuerzas internas y externas que presionaron sobre el pueblo dominicano y lo formaron, o deformaron, en un trabajo de siglos.
En dicho texto Bosch examinó casi con exactitud milimétrica cada uno de los movimientos tácticos de la oligarquía cívica y sus aliados, antes, durante y después de las elecciones de 1962. De igual forma el papel que se adjudicó la clase media en sus distintos estratos y la labor de la iglesia en la materialización del golpe. Llama la atención su mirada sobre el presidente Kennedy y su política internacional hacia América Latina, que cobró cuerpo en la llamada Alianza para el Progreso, y sus aprehensiones respecto al embajador John Bartlow Martin. La indulgencia con que enfoca las relaciones de la Embajada estadounidense con su gobierno, y la participación en la asonada, denotan los aires de ingenuidad del demócrata idealista que todavía era Bosch. A la vuelta de pocos meses los acontecimientos le darían una sacudida tan fuerte que habrían de provocar un dramático vuelco en todos los esquemas de su pensamiento. [9]
Usted en otras conferencias[10] afirma que abril “es un mes entre dos fuegos” en alusión a Playa Girón, en 1961, y a la Revolución Constitucional que, en Santo Domingo, tuvo lugar en 1965…
El triunfo de la revolución cubana en enero de 1959, junto al ascenso del liderazgo político internacional de Fidel Castro, definieron un nuevo escenario de conflicto con el imperio del norte, para aquel momento pretendido dueño y señor de toda América. Lo acontecido en La Habana y el resto de las ciudades había sido, a los ojos de Washington, un mal ejemplo. Antes en Guatemala, en 1954, hubo necesidad de mostrar los dientes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y usar el garrote contra el gobierno democrático de Jacobo Arbenz. En el caso de Cuba deseaban aplicar la misma medicina.
Para entonces Juan Bosch había captado con fino olfato político la gravedad de los tiempos, aunque no lograba entender hasta qué punto estaba comprometida la democracia en el Caribe y América Latina, con la causa innoble de la dominación imperialista norteamericana.
La victoria del pueblo cubano en menos de 72 horas tuvo resonancias universales. En el ámbito continental, desde todas las ópticas, ello adquirió dimensiones superiores. A partir de entonces el imperio tomaría las medidas necesarias para bloquear y blindar su frontera en el Caribe. Todos los acontecimientos políticos estarían condicionados por el fuego de abril en Girón: el ajusticiamiento de Trujillo 40 días después en la República Dominicana; la crisis de octubre en La Habana; el complot contra Duvalier en Haití desde finales de 1962; y por supuesto, el golpe de Estado al gobierno de Bosch y la posterior intervención militar para impedir su retorno al poder.
Hay una idea que me gusta repetir, pues ilustra la interconexión que hubo entre los hechos. En el lenguaje coloquial de nuestros pueblos se hubiese dicho: … los platos que Cuba rompió en Playa Girón se los hicieron pagar a la República Dominicana en 1965.
Cuba fue el primer país que levantó su voz para condenar la invasión militar norteamericana en Santo Domingo. Ahí está el vibrante discurso del Comandante en Jefe en la Plaza de la Revolución el 1ero de mayo de 1965. Hay que decir más: la posición firme y enérgica de este archipiélago en la ONU, denunciando la intervención imperialista, fue lo que evitó que Estados Unidos usara la fuerza de su ejército para tomar a sangre y fuego la zona constitucionalista. El precio hubiese sido la destrucción de la ciudad primada de América, porque los heroicos combatientes del coronel Caamaño estaban dispuestos a caer bajo los escombros de la urbe, antes que entregar el último espacio de soberanía de la República en Armas.
Las tropas desembarcando en República Dominica, cuyo anuncio realizó el miércoles 28 de abril el presidente Lyndon B. Johnson, es una de las tantas muestras de los crímenes de Estados Unidos y, al mismo tiempo, testimonio de la certeza de Bosch al concebir el Caribe como frontera imperial…
Después de aquella comparecencia televisiva, a la vuelta de pocos días, los Estados Unidos desembarcaron en territorio dominicano más de 42 mil marines, para impedir el avance y la inminente victoria de la revolución constitucionalista, bajo el liderazgo militar del coronel Caamaño. Ese movimiento tenía como propósito que Bosch asumiera el gobierno, respetando así la voluntad popular al elegirlo. Se inició una nueva etapa de la guerra, que adquirió carácter patriótico y anti-imperialista, llevando a la radicalización de los sectores más moderados en el frente de respaldo a la constitución mancillada.
Luego de 30 días de confrontación, ablandamiento con fuego de mortero y vanos intentos de llevar a las fuerzas revolucionarias a la capitulación, comenzó un largo proceso de negociación, bajo el asedio de las tropas interventoras y en condiciones militares claramente adversas para el coronel Caamaño y su reducto de resistencia patriótica, confinado entre los muros de Ciudad Nueva. Allí se había formado el nuevo gobierno de la República en Armas, presidido por Caamaño, siguiendo instrucciones del presidente Bosch desde su exilio en Puerto Rico.
Los días 15 y 16 de junio fueron los más intensos y heroicos. Los invasores lanzaron una gran ofensiva intentando en vano tomar la ciudad rebelde; los combates de esas dos jornadas gloriosas costaron enormes bajas al invasor. Las fuerzas del coronel Caamaño también entregaron su cuota de sacrificio.[11]
Una vez que se firmó el acta que puso fin a la guerra —e instaló a Héctor García Godoy como Presidente provisional de la República el 2 de septiembre de 1965— se preparó el terreno para la primera confrontación entre Juan Bosch y Joaquín Balaguer, la otra figura con mayor ascendencia en el escenario político nacional en la segunda mitad de la centuria anterior. Bosch regresó a la capital quisqueyana el 25 de septiembre, exactamente a los dos años de ser sacado por la fuerza del gobierno, mientras que Balaguer tocó suelo desde el 28 de junio, poco antes de que comenzaran las negociaciones que finalizaron el conflicto y sentaron las bases para su retorno al poder. [12]
Esta guerra sin victoria fue para Bosch la segunda gran lección de su vida política. Ello lo convenció de que no bastaba haberle ganado la batalla en el terreno electoral a la rancia oligarquía, heredera natural de la dictadura trujillista. Tampoco fue suficiente derrotar en el campo bélico a la cúpula militar corrompida y golpista, soporte indecoroso del depuesto régimen de facto. A partir de ahora tendría de frente nada menos que a la potencia militar más poderosa del hemisferio, y ello le obligaría a replantear de cara al futuro, todos los esquemas de lucha y organización política.
Tiempo después le tocaría a Bosch, desde su exilio en España, hacer el recuento de los hechos; remover los escombros de este otro fuego de abril y reflexionar acerca del futuro de la gobernabilidad latinoamericana.
Al escribir por aquellos años su monumental historia del Caribe, lo que hizo fue lanzarse a una búsqueda profunda de los elementos causales de la intervención militar de los Estados Unidos, que ahogó en sangre la revolución democrática en la República Dominicana
Una parte de la izquierda, sin embargo, primero cuestionó su decisión de no llegar a Santo Domingo y, después de las elecciones de 1966, marcharse a Europa. [13]
Bosch fue, a lo largo de toda su vida, una figura polémica. El campo de la política no es la excepción. En lo personal, más allá de que es cierto de que había maneras de arribar a Santo Domingo, creo que estaba entrampado y poco podía hacer en aquel contexto específico. Hay que considerar, por otro lado, que Bosch pasó a ser en Puerto Rico, desde el 25 de abril, un prisionero virtual de los cuerpos de inteligencia y seguridad de los Estados Unidos. No se puede desconocer además que, con independencia del triunfo electoral el 20 de diciembre de 1962, el PRD no era un partido consolidado ni contaba con una base suficientemente fuerte. Mucho menos tenía plena conciencia, en todos sus estamentos, de qué debía llevarse a cabo. Además de la inexperiencia existía elevada incertidumbre.
En cuanto a lo segundo, su viaje a Europa, pienso que el conflicto político en que se vio sumergido lo obligó a aclarar sus ideas. Dentro de su proceder intelectual ello solo era posible tomando cierta distancia y dándose a la tarea de profundizar en los aspectos teóricos y conceptuales. A su partida dejó un movimiento popular aturdido, por la derrota electoral, e indefenso ante la embestida de la contrarrevolución que se veía venir. Reitero que hasta ese momento Bosch era un demócrata que creía en los postulados de dicho sistema. De pronto toda esa amalgama de sucesos, unido a la guerra imperialista en Vietnam, echó por la borda su concepción anterior.[14]
Dada su condición de pensador ahondó en la historia de nuestros pueblos y tomó en cuenta las singularidades de ese momento. Fue una etapa muy fecunda, marcada además por la asimilación del marxismo con espíritu creador. Bosch experimentó una transformación radical en su pensamiento político, que lo llevó a renegar de la democracia representativa como forma de gobierno. A este período, que se extendió hasta 1970, corresponden libros de extraordinario valor como Composición social dominicana; De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera imperial; El pentagonismo sustituto del imperialismo y El próximo paso: dictadura con respaldo popular.
Me gustaría escuchar su valoración sobre cada uno de estos textos…
En Composición… realiza una examen profundo de la estructura social y un análisis diacrónico que toma como punto de partida la sociedad tribal precolombina, la esclavitud patriarcal y la formación de las primeras expresiones de la oligarquía criolla, ligadas a la producción de azúcar y, después, a los hatos ganaderos. Su disección histórica social lo lleva a detenerse en los orígenes de la pequeña burguesía criolla y la manera en que esta se alía, primero, y luego se enfrenta al poder de los hateros, a lo largo del arduo proceso que dio lugar al surgimiento del estado y la nación dominicana.
Con la elegancia en el lenguaje que lo caracterizó se sumerge en la evaluación de las interioridades psicosociales de esa pequeña burguesía y su inestabilidad política desde finales del siglo XIX. De igual manera en el contexto que condujo al establecimiento de la dictadura de Trujillo, y con ella a la transformación de la parte más aventajada en burguesía propiamente dicha.
Con ese libro Don Juan realizó un aporte significativo en el campo de la sociología política, especialmente por la forma en que presentó su examen sobre la pequeña burguesía, a la cual subdividió en alta, media, baja, baja pobre y baja muy pobre. Asimismo meditó sobre la manera de comportarse políticamente cada estrato y sub-estrato, a partir del modo específico de vincularse a los medios de producción y de participar en el reparto de la riqueza social.
De Cristóbal Colón… es una obra monumental en la que se lanzó a la búsqueda profunda de las causas por las que Estados Unidos llevó adelante la intervención militar en 1965. Después de analizar con rigor científico el papel jugado por los imperios coloniales y neocoloniales —en la conformación de las naciones y estados que integraban la frontera imperial de Caribe— se detuvo en la caracterización del último de los imperios. Ese que entró en guerra contra España a partir de la voladura del Maine, en la bahía de La Habana, el 15 de febrero de 1898. Un imperio que creó, como por arte de magia, una República independiente en la actual Panamá, solo con el objetivo de construir para su control el que devendría en canal interoceánico más importante del mundo, en cuanto al flujo comercial. El mismo que se estrelló en los arrecifes de Playa Girón, el 19 de abril de 1961, luego de que el Comandante en Jefe Fidel Castro proclamara el carácter socialista de una revolución hecha en sus propias narices.
En El Pentagonismo… Bosch entregó una novedosa y atrevida tesis que tiene hasta el presente un gran impacto. La idea central era que el imperialismo, concebido como el poder de una potencia sobre territorios coloniales o neocoloniales, en aras de obtener ganancias económicas para los capitalistas de las metrópolis, había desaparecido. Su lugar era ocupado, en el fragor de la guerra fría, por el pentagonismo. Aunque su fisonomía podía asemejarlo con su predecesor era diferenciable por los fines que perseguían sus acciones en el campo de la política internacional de los Estados Unidos. Bosch alertó con este ensayo sobre el surgimiento en la potencia norteña de un poder militar alterno al andamiaje civil, el cual controlaba la política internacional a partir de las directrices del Pentágono. Este poderío no solo descansaba en el componente militar, sino que involucraba a una red de financieros y económicos, así como de políticos y figuras de los medios.
Con La dictadura con respaldo popular llegó a la conclusión de que había que buscar un modelo político apropiado para los países de América Latina y el Caribe ante el fracaso de la “democracia representativa”, la cual no estaba en condiciones de resolver los problemas fundamentales de la población pobre de esos países. Ello se agravaba, debido a que dichas falacias servían como mecanismo diabólico para legitimar el poder detentado por la fuerza, que ejercían los frentes oligárquicos locales en contubernio con los representantes pentagonistas.
Algo quedó claro con estas investigaciones: el Juan Bosch que regresó de Europa a su tierra natal, sumida en una especie de letargo bajo el influjo de una dictadura legalizada, no era ni por asomo el mismo que dejó el país en el otoño de 1966.
¿Qué anécdotas recuerda de sus vivencias junto a una figura de esa estatura?
Formo parte de una generación que no solo se educó bajo la impronta de Bosch, sino que fue salvada por él. De no haber fundado el PLD probablemente, a partir de sumarnos a la lucha desde la izquierda, habríamos sido exterminados en una etapa en que la represión era una realidad cotidiana. Él nos enseñó a pelear, con convicciones y argumentos, dentro del entramado de un Estado como el nuestro. Con su prédica y ejemplo creó un receptáculo que protegió a esa masa de la juventud y le dio a la vez nuevas armas de lucha.
Acumulo múltiples pasajes junto a él, desde la labor de prepararnos en el Partido para servir al pueblo. Vienen a mi mente dos en los cuales se pone de manifiesto además un Bosch incisivo, en ocasiones ríspido, que no dejaba de indagar sobre todo lo que le circundaba.
A finales de los 70 tuvimos el primer contacto. Resultó un poco conflictivo. Me encontraba en un evento en la UASD donde se presentó ese libro formidable que es El Ingenio, del historiador cubano Manuel Moreno Fraginals. Tuvimos una discusión muy intensa con jóvenes de otras agrupaciones de izquierda, a partir de los puntos de vista sobre el papel de la caña de azúcar en la historia dominicana.
Terminando la actividad nos dirigimos a casa de Don Juan para explicarle los pormenores. Varios integrantes del grupo le contaron las posiciones, por ejemplo, de los representantes del Partido Socialista Dominicano (PSD). Él preguntaba sobre cada intervención y matiz de lo que sucedió. Yo no hablaba, debido a que era el más joven. Me observó de arriba abajo de forma penetrante y me dijo “¿Tú no vas a decir nada? ¿Qué razones tenías para estar en esa actividad?”. Me vi obligado a contarle sobre mis estudios de arquitectura y que trabajaba desde hacía varios años en las oficinas de un central azucarero. Al final señaló que yo tenía sólidas motivaciones para participar en aquel encuentro.
En 1993, en ocasión de la festividad por la boda del secretario general de nuestro Partido, un grupo rodeamos al profesor Bosch. Al verme me dice “¿Y tú dónde has estado? Pensé que te habías ido en yola para Puerto Rico”. Mi respuesta lo impactó, según me dijeron después el resto de los testigos. “Profesor, solo me iría en yola para Puerto Rico si usted fuera el capitán de la embarcación”. Fue la forma que encontré de expresarle que yo era uno de los jóvenes que fuimos tocado por el fuego abrasador del boschismo[15] y que asumió sus enseñanzas como cultura política de actuación ante la vida.
Tengo la satisfacción de ser uno, entre miles, que confirman que la cosecha a la que se consagró no fue en vano. Toda una generación prácticamente carbonizada encontró en su ideario el referente que nos aclaró hacia dónde transitar. En su nombre se formó una pléyade de oficiales jóvenes que, no comprometidos con la corrupción y el crimen, dieron una lección de coraje y patriotismo, convocando al pueblo a resistir y restaurar la democracia ultrajada. En el nombre de Bosch, en otras palabras, lo más granado de la juventud revolucionaria y progresista, asumió el camino de la lucha, el sacrifico y hasta el martirio.
⃰Profesor Auxiliar del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana.
Notas, citas y referencias bibliográficas.
[1] “A los que ultimaron al Coronel de Abril, al guerrillero Román, les faltaba y les falta todavía visión perspectiva para comprender que ese tipo de acción no se comete contra personas aisladas, sino contra el pueblo dominicano que ajustará cuentas algún día. Los trabajadores y estudiantes dominicanos fueron lesionados duramente con la muerte de ese héroe nacional. Pero no fueron aniquiladas sus esperanzas, más bien fueron estimuladas para proseguir los esfuerzos y así lograr lo que él tanto deseara y por lo que tanto luchó”. Hamlet Herman: Caamaño. Biografía de una época, Editora Búho, Santo Domingo, 2013, p. 502.
[2] “General: … el destino de sus últimos días como dictador de la República Dominicana puede reflejarse con sangre o sin ella en el pueblo de Santo Domingo. Si usted admite que la atmósfera política de la América Latina ha cambiado, que en el nuevo ambiente no hay aire para usted, y emigra a otras aguas más seguras para su naturaleza individual, nuestro país puede recibir el 27 de febrero de 1962 en paz y optimismo; si usted no lo admite y se empeña en seguir tiranizándolo, el caos y la sangre llegarán más allá del umbral de su propia casa…”. Ver en: Joaquín Gerónimo: En el nombre de Bosch [Traspaso de antorcha], Editora Búho, Tercera edición, Santo Domingo, 2008, pp. 43-44.
[3] Leonel Fernández: Los Estados Unidos en el Caribe: de la guerra fría al plan Reagan, Editora Corripio, Santo Domingo, 1993, p. 142. Ver en: Ibídem, p. 56.
[4] “Es difícil establecer con exactitud el día en que fue decidido el derrocamiento de Bosch. Existen suficientes evidencias que demuestran que las conspiraciones dirigidas a realizar la primera fase del golpe de Estado se iniciaron mucho antes de celebrarse las elecciones de 1962. También hay otras evidencias que demuestran que las conspiraciones se incrementaron en forma increíble una vez las elecciones fueron celebradas. (…) Existen versiones de que se planeaba el asesinato del presidente electo”. Víctor Manuel de la Cruz: Juan Bosch: capítulos ocultos del Golpe de Estado, Editora Búho, Santo Domingo, 1999, p. 233.
[5] “En su carrera desbocada por acuñar la imagen de un gobierno represivo y especialmente encarnizado contra la libertad de prensa y el derecho de propiedad, levantando en el horizonte nacional el fantasma del ´castro-comunismo´, los principales medios de prensa del país, alineados con la oposición cerril contra la administración del presidente Bosch, no solo manipulaban, sino que fabricaban falsos peligros. De esta manera cumplían la tarea asignada: atizar el miedo y la zozobra, en busca de un golpe de Estado, o la ingobernabilidad que lo justificase”. Eliades Acosta Matos: 1963: De la guerra mediática al golpe de Estado, Fundación Juan Bosch, Soto Castillo Impresores, Santo Domingo, 205, p. 423.
[6] “Otro de los temas abordados por el candidato Juan Bosch en el mes de noviembre demostraba que en el programa de cambios por el que luchaba su partido, la primera prioridad la tendrían los problemas terrenales de los ciudadanos, empezando por la pobreza y el hambre, y luego los demás de índole política, ideológica, incluso, religiosa. Para el alto clero católico, históricamente ligado al poder y acostumbrado a preeminencias, privilegios y a ejercer decisiva influencia en la política, especialmente durante los años junto a Trujillo, se trataba de un peligroso precedente que podía afectar sus intereses más sagrados y reducir su inmenso poder e influencia”. Eliades Acosta Matos: Un debate de vida o muerte. Juan Bosch versus Láutico García, Fundación Juan Bosch, Soto Castillo Impresores, Santo Domingo, 2018, p. 44.
[7] “Durante los siete meses que tuvo Bosch en el poder, su honestidad se mantuvo como un faro, la cual se convirtió en el modelo a seguir de la generación de dominicanos que él representaba. Tanto es así, que en su editorial de fecha 30 de septiembre de ese año The Miami Herald llegó a reafirmarla con el siguiente título ´El legado del honrado Juan´”. En dicho texto se afirma: “Cualquiera que sea el caso –a favor o en contra- de Bosch él no salió del país como lo han hecho muchos hombres fuertes de la América Latina: con el tesoro público en su maletín… El Presidente dominicano salió de Santo Domingo sin un centavo, dejando tras sí una cuenta bancaria de $ 101. 04 para pagar a sus acreedores. Una tienda de muebles reclamó el mobiliario de su casa”. Cándido Gerón: Juan Bosch. Exilio, Golpe de Estado de 1963 y La Revolución de Abril de 1965, Editora Centenario, Santo Domingo, 2008, p. 135.
[8] Escribe Bosch desde Puerto Rico: “Al producirse la fuga de los Trujillo el país entró en una etapa abiertamente revolucionaria, pero revolucionaria en cuanto al ambiente, no en hechos. (…) El concepto de autoridad había sido sustituido por un impulso vengativo popular que en un primer momento se satisfacía con la depredación de los bienes de los fugitivos. (…) Se trataba de la reacción primitiva de unas masas que buscaban sacar algún provecho de la caída del trujillato. (…) Las masas buscaban ventajas y las sacaban en muebles y vajillas”. En una muestra de la manera dialéctica con que siempre asumió el conocimiento histórico añade: “En los siete meses transcurridos desde la muerte de Trujillo hasta el 31 de diciembre de 1961, la historia dominicana avanzaba de prisa; y la historia avanza devorando, creando, destruyendo y construyendo. No en balde es la síntesis del poder creador y destructor de la especie humana”. Juan Bosch: Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, Editora Alfa & Omega, 5ta edición, Santo Domingo, 2009, pp. 50-51.
[9] Examinando años más tarde el papel de EE.UU. en el golpe de Estado que se organizó en su contra, Bosch reconoció: “Hace diez años yo pensaba que el presidente Kennedy no lo conocía, pero después de haber leído varias obras sobre el funcionamiento de los centros de poder político de Estados Unidos llegue a la conclusión de que el plan que se hizo para derrocar a Duvalier con ataques guerrilleros no podía llevarse a cabo sin la aprobación del presidente. El golpe de 1963 no fue planeado pero hubo que darlo para salvar a John F. Kennedy del escándalo internacional que hubiera sido inevitable pues como habíamos dicho, lo que hizo el gobierno presidido por él no lo había hecho ningún otro en la historia: organizar campamentos guerrilleros en el territorio de un Estado amigo ocultándole esa actuación al jefe de ese Estado. (…) Para colmo de males, el prestigio de Kennedy, que había quedado muy herido con el fracaso de Bahía de Cochinos, iba a quedar peor aún si se conocía la razón del golpe de Estado que se había dado en la República Dominicana. Juan Bosch: “La Intervención Yanqui en el Golpe de 1963”, publicado originalmente en: Vanguardia del Pueblo, miércoles 25 de septiembre de 1985. Dirección URL: .
[10] Una de ellas es la que pronunció el 24 de abril del 2017 en el Centro de Estudios Martianos de La Habana. Varias de las ideas sobre esta temática las reiteró y amplió durante el diálogo que sostuvimos y que publicamos ahora. Ver: Joaquín Gerónimo: “Abril entre dos fuegos”. Dirección URL: .
[11] Sobre esta gesta heroica es importante resaltar que: “Se dio en ese momento una comunión de intereses entre militares democráticos y pueblo que solo tenía precedentes en la historia dominicana cien años atrás, cuando, desde 1863, se desarrolló la guerra por la restauración de la República en contra del colonialismo español. Ser vencidos por unos pocos militares y por un pueblo desarmado y sin entrenamiento, vino a ser el colmo de la humillación para las Fuerzas Armadas formadas bajo el trujillismo y reforzadas ideológicamente por el anticomunismo de la guerra fría. (…) No podían los derrotados jefes militares alegar la superioridad numérica del adversario ni ventaja alguna en el armamento. Los había vencido la fuerza de la razón de un pueblo decidido a ofrecer su vida con tal de liberarse del gobierno ilegal y colocar en su lugar al Presidente constitucional que había llegado allí a golpe de votos democráticos”. Hamlet Herman: Caamaño…Ob. Cit., p. 231.
[12] “Alguien se atrevió alguna vez a proponer lo que podría ser el perfil psicológico de ambos personajes. A Balaguer se le vería como un ser egoísta de su tiempo y de sus afectos. (…) Intelectualmente es muy hábil, aunque es mayor su destreza que su talento. No tiene confianza en sí mismo aunque aparente lo contrario. Se impacienta fácilmente, es colérico en ocasiones y sus arrebatos son muy de temer. (…) Necesita saberse rodeado y halagado por los demás. En sus relaciones con el sexo opuesto se muestra débil. Alrededor de él siempre habrá peligros, enfermedades y accidentes. En la búsqueda de lo que considera el éxito tratará de ganar por cualquier medio, no importa si éste resulta malo o peor”. En cuanto al autor de Camino Real escribe: “El perfil de Bosch lo retrataría como un ser orgulloso que no se molesta en conquistar a otros y entiende que por sus atributos será buscado por los demás. (…) Es excesivamente obstinado y siempre está convencido de que tiene la razón. (…) No permite que los que le rodean gasten más de lo justo y lo hace por el bien de la comunidad y de los individuos. (…) Le gustan las competencias y los concursos. Busca siempre la ocasión de obtener un premio, un diploma o una medalla. Es un perfeccionista nato. Toma en cuenta rápidamente todos los detalles, aunque a veces sus ideas sean mejores en la teoría que en la realidad. (…) Soñará despierto muchas veces y por ello sufrirá algunos fracasos. (…) Le gusta sentirse elogiado y es muy sensible a las críticas. (…) Es un trabajador incansable, desprovisto de pereza, lleno de buena voluntad y de nobles ambiciones. (…) Algunas veces le costará mucho trabajo abrirse camino debido a su orgullo y su creencia de que todos le deben vasallaje, lo que obstaculizará la segunda parte de su existencia adulta”. Joaquín Gerónimo: En el nombre de Bosch… Ob. Cit., pp. 33-34.
[13] “Tras conocerse la intención de Bosch de dejar el país, por lo menos durante tres meses, tanto su Partido como la opinión pública expresó su rechazo absoluto. (…) El principal beneficiario de esa retirada sin causa justificada sería el presidente Joaquín Balaguer, quien reinaría solitario en el manejo de la nación dominicana. (…) El Presidente del PRD alegó que desde la distancia podría inspirarse mejor y escribir su ´tesis sobre el sector agrícola dominicano´. No obstante, dejaba al pueblo dominicano huérfano de una táctica política para enfrentar el salvajismo balaguerista y la débil capacidad de respuesta de las fuerzas patrióticas”. Hamlet Herman: Caamaño…Ob. Cit., p. 285.
[14] “A nuestro juicio, lo que parece haber conducido a Juan Bosch a reflexionar sobre la naturaleza y composición del gasto militar de los Estados Unidos y de su relación con el diseño y aplicación de su política exterior, fue, en primer lugar, la propia ocupación militar norteamericana en la república Dominicana en el año 1965; y en segundo término, el escalamiento, casi simultáneo, de la Guerra de Vietnam”. Leonel Fernández: “Introducción”, en: Juan Bosch: El pentagonismo sustituto del imperialismo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007, p. 11.
[15] El PLD asume, de manera oficial, la Teoría Boschista. “Definimos así al conjunto general y particular de principios, interpretaciones de acontecimientos históricos, métodos y lineamientos organizativos, enunciados, analizados y creados por el compañero presidente Juan Bosch. Este conjunto de principios ha constituido el fundamento teórico que ha permitido conocer e interpretar cabalmente la sociedad dominicana en sus características propias de desarrollo de capitalismo tardío, dependiente, deformado y parte integrante del tercer mundo. (…)El Boschismo no es solamente la teoría que estudia, analiza e interpreta la sociedad dominicana, sino también es la base política del método que nos ha permitido construir el Partido capaz de transformar esta sociedad, y la base que nos permite también crear y aplicar una táctica correcta que haga más factible el alcance de nuestro objetivo estratégico, que es la liberación nacional”. De igual manera se recoge que: “Los innumerables aportes del compañero JUAN BOSCH tanto en el campo de las Ciencias Sociales, las tesis sociales y políticas que plantea para la trasformación de la sociedad dominicana hicieron que los peledeístas adoptaran a partir de noviembre de 1987 el Boschismo como teoría del PLD. Para ello se propuso, primero en el Comité Político con 5 votos contra 4, luego en el Comité Central, con 19 votos a favor y 15 en contra, y luego, mediante un plebiscito celebrado en las bases, se aprobó con un 91.67% de los estamentos que conforman el Partido de la Liberación Dominicana”. Ver en Partido de la Liberación Dominicana. Dirección URL: http://pld.org.do/el-partido/teoria-boschista/
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