Dos grandes retos de Danilo

Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

Entre nuestras virtudes como pueblo no está el prepararnos para enfrentar las adversidades, o incluso para disfrutar los triunfos. Apenas nos preocupa “el hoy”. Nos fascina dejar los asuntos al tiempo, sea por desgano o porque tal vez, y sería triste, nos encanta el desorden.

Dejamos casi todo para el último momento, cuando ya no podemos esperar más, y esto generalmente implica que lo hecho quede mal, o que con un poco más de esfuerzo hubiese terminado mejor. La prisa guía nuestros pasos, pocas veces llegamos temprano a la pista de donde arrancan nuestros proyectos.

Lo interesante es que cuando nos lanzamos de verdad damos la talla y la cosa funciona. Es cuestión de disposición, de tener amor por lo que se hace, motivados con buenos ejemplos jerárquicos. En los sectores público y privado tenemos entidades dignas de imitar.

Como somos indiferentes en cuanto al orden se refiere, juramos que la divina providencia, a la corta o la larga, puede suplir nuestras faltas. Hemos convertido aquello de “Dios proveerá” a “Dios resolverá”. Esto lo vemos en nuestras conductas individuales y en el quehacer colectivo, entiéndase Estado e instituciones intermedias.

Hace años, me quejaba con un buen amigo español del caos que imperaba en nuestra nación. “Este país debemos regularlo ya”, exclamé incómodo; entonces, en tono jocoso me dijo: ¡si organizan este terruño me largo pa’ Barcelona! Indudablemente el ibérico, ya aplatanado, amaba la falta de reglas.

Para muchos, la gracia de vivir en esta tierra es que nadie nos vigila, y así podemos andar en una motocicleta con otra persona a bordo y un tanque de gas en el medio, o violando los semáforos en rojo sin una autoridad que nos atrape y condene.

Aborrecemos las reglas, y lo peor, algunos rechazan a quienes pretenden que se obedezcan. “Esta gente si embroma, carajo”, pensamos. ¡Que nos dejen tranquilo, caramba! El Ministro que intenta cumplir su deber es un “dictador”, un indeseable perfeccionista. El funcionario público que se esfuerza para que se aplique la ley es un “pasao y pesao”, que se cree que el cargo es de él, porque lo asume con demasiada seriedad.

Es como si prefiriéramos existir “a lo loco”, cada cual por su lado, inventando nuestros propios códigos, que ni constantes son, pues los modificamos dependiendo de lo que creemos nos conviene.

Entre los grandes retos de Danilo Medina, un gran estadista, están conformar un proyecto de nación coherente, definido, que nos oriente por senderos estudiados y visualizados, conjuntamente con promover el respeto de las normas que rigen a gobernados y gobernantes. Los países se desarrollan cuando planifican y cuando sus ciudadanos le temen a la ley.

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