FIDEL, FUE UN PRIVILEGIO COMPARTIR TU ÉPOCA
La autora es periodista cubana. |
Rouslyn Navia Jordán
Fuente, https://rouslyncuba.wordpress.com/
Ayer, tras la inesperada, impensable, dolorosa declaración de Raúl, me fui a la terraza, miré a la calle, y envidié, lo juro, a todos los que seguían ignorando la terrible noticia, a todos los que caminaban, dormían, amaban, bailaban, soñaban y conversaban…ajenos al hecho de que el mundo acababa de cambiar por completo, de que la luz más brillante de nuestra Isla acababa de apagarse. Hubiera querido no saber nunca de asunto tan triste…
Toda mi vida he sentido a #FidelCastro como un padre, y a pesar de que la muerte es un proceso natural, parte de la vida, nada nos prepara jamás para la pérdida de un padre. Y no soy la única que así lo siente, muchos cubanos hoy nos sentimos un poco huérfanos, estoy segura.
Anoche di mil vueltas por la casa en shock, incapaz de reaccionar, de asimilar el golpe, dormir era imposible. En cambio pensaba en mi abuelo, en mi abuela y en mi papá, que no vivieron para ver día tan triste y en cómo hubieran reaccionado…Llamé por teléfono a mi mamá para darle la noticia porque no soportaba la idea de que tuviera que enterarse por un desconocido. Llamé a dos de mis mejores amigas, que ya estaba al tanto, para consolarnos un poco, para confirmar la certidumbre de lo que parece mentira, para compartir el vacío, el temblor de las primeras lágrimas. Respeté en cambio el sueño de una tercera, madre reciente, que terminó por enterarse a las 4 de la madrugada cuando se levantó a dar el pecho a su beba de un mes de nacida y no pudo creerlo, y me envió un mensaje desesperado al celular, y la llamé entonces para recordar que en el 2006 yo estaba justo en su casa cuando supimos que Fidel se había enfermado, y que era obvio que nos necesitáramos ahora cuando lo peor ha sucedido.
Anoche pensaba en mi Alejandrito, que dormía plácidamente en su ignorancia, y se despertaría con la noticia de que “el abuelito Fidel” ha muerto, pensaba en que a mi hijo ahora le toca crecer en un mundo donde no existirá Fidel, y eso me llevó a pensar también en todos los cubanos que a partir de ahora nacerán y crecerán conociendo de Fidel mediante fotos, videos, libros de historia y anécdotas de los de mi generación. Y pensaba que quizás ellos se sentirán como me siento yo respecto al Martí que no pude conocer.
Supongo que puedo considerarme afortunada por haber vivido al menos estos 32 años aprendiendo de Fidel, con el orgullo de haber compartido un pedazo de tiempo en la Historia con este hombre inmenso. Afortunada porque pude, varias veces, presenciar en vivo sus discursos, porque puedo recordar sin tener que cerrar los ojos el timbre de su voz, su mirada, su sonrisa, sus gestos, su paso firme.
Y a pesar del dolor, mi Isla de luto sigue adelante, porque aunque su luz más brillante se haya apagado, Fidel dejó la obra de su vida en manos seguras. Ahora nos toca a los jóvenes continuar la Revolución, defendiendo los principios de solidaridad, antimperialismo y humanismo que nos legó.
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