Metas

Por Miguel Cruz Suárez

Cuando un barco, en medio de la profunda noche, se aproxima a las costas y el peligro de los arrecifes se hace latente, el capitán busca afanoso la luz de un faro que lo guíe; cuando un corredor de fondo, agobiado por lo interminables minutos de su larga carrera, está casi a punto de caer exhausto, busca desesperadamente la codiciada línea de meta.

En ambos casos se marcha rumbo a un punto, un objetivo que debe ser alcanzado y esas motivaciones avivan el interés y levantan el esfuerzo. En la vida, hacen falta claves que obliguen a seguir, planes que deban ser cumplidos, aspiraciones que impulsen y que hagan del amanecer un punto de partida cada vez más renovado y promisorio.



Si el futuro se presenta despoblado de retos o carente de ilusiones, la existencia se torna más pesada, más insegura. Lo cotidiano te aplasta y la rutina absorbe tus energías como una sanguijuela voraz. Todo comienza a parecer menos atractivo y de pronto te sientes como el perdedor de tu propia competencia, como si de súbito la inercia tomara el mando de tus actos para llevarte, de manos atadas, al temible paredón de los pesimismos.

Es imprescindible, como amuleto para espantar el desaliento, que cada día nos fabriquemos alguna aspiración, alguna meta; no importa su tamaño o sus alturas; su complicación o su simpleza; lo importante es que, en la noche, en ese balance cotidiano de lo hecho, se pueda repasar lo que logramos, lo que nos faltó, lo que queda pendiente como chispa o motivo para buscar el otro día.

Aquello que nos mueva hacia adelante no tiene que ser necesariamente la búsqueda de lo extraordinario o de ese golpe de fortuna que puede significar dinero, fama y aplausos. Otras pequeñas metas también resultan válidas, la próxima página de un libro, la buena película sugerida por alguien, la visita a un amigo que hace tiempo no vemos, la atención a los síntomas que vienen desde el cuerpo como alerta de males que pueden ser mayores.

En un país como el nuestro con tantas cosas por hacer y con un futuro lleno de acciones que resultan imprescindibles, nunca faltarán las propuestas interesantes que nos pongan a soñar o nos ayuden en la armazón de los planes que se tejen pensando en el porvenir, siempre con los pies en la tierra.

Dejarse vencer por la desidia y poner en manos del azar las mejores aspiraciones personales no es para nada inteligente y contribuye a gastar en vano el valioso tiempo que tenemos asignado en este recorrido dinámico, interesante y útil que es la vida.

El autor es cubano, colaborador de los periódicos Granma y Juventud Rebelde.

Granma

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