Cuba es Nuestra

Por Daily Sánchez Lemus
Fuente, http://razonesdecuba.cubadebate.cu/

Desde 1959 Cuba no tiene que esperar por ningún otro gobierno para tomar sus decisiones. Desde 1959 no hay que esperar que sea otro país el que decida qué es lo mejor para el nuestro.

Lo sucedido hoy es un retroceso infeliz, pero consecuente con el planteamiento de Trump de acabar con el “legado” de su predecesor Barack Obama; legado que como se conoce fue un leve intento de deshielo que no derritió ni la quinta parte del iceberg: Cuba sigue con bloqueo, siguen las multas a entidades financieras que tengan relación alguna con las nuestras; la Base Naval de Guantánamo sigue clavada en territorio cubano…

Se trataba, como se conoce, de un cambio de estrategia. Sin embargo, se llegó a acuerdos en sectores como las investigaciones científicas, política migratoria, los viajes… Lo que acaba de hacer Trump congela otra vez… y es consecuente, a su infeliz estilo, con las diferencias esenciales que existirán siempre entre dos sistemas antagónicos como el socialismo y el capitalismo. “El monopolio está sentado como un gigante implacable a la puerta de todos los pobres”, aseguró Martí en el siglo XIX.

Ya lo dejaba claro el jefe de la Revolución, en un mensaje a los estudiantes de la FEU, cuando escribió en una de sus Reflexiones:

No confío en la política de Estados Unidos ni he intercambiado una palabra con ellos, sin que esto signifique, ni mucho menos, un rechazo a una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra. Defender la paz es un deber de todos. Cualquier solución pacífica y negociada a los problemas entre Estados Unidos y los pueblos o cualquier pueblo de América Latina, que no implique la fuerza o el empleo de la fuerza, deberá ser tratada de acuerdo a los principios y normas internacionales. Defenderemos siempre la cooperación y la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros adversarios políticos. Es lo que estamos reclamando para todos.

Cuba siempre ha estado dispuesta al diálogo sobre la base del respeto, en igualdad de condiciones y sin hacer concesiones de principios. Sin embargo, la soberbia de los que asumen ser dueños del mundo, ha marcado un camino de desencuentros.

De Fidel aprendimos, desde su carta a Celia en 1958, en plena guerra en la Sierra Maestra, que la guerra más larga sería la que tendríamos luego frente al gobierno de Estados Unidos. Y Fidel lo aprendió de Martí y de muchos patriotas que advirtieron las intenciones anexionistas.

¿De qué libertad habla Trump, si él mismo limita a sus ciudadanos a viajar libremente? ¿De qué progreso económico, si con estas medidas afecta un buen número de empleos que generaron el acercamiento entre ambos países en tiempo de Obama? ¿A quién escucha, si en su propio país la mayoría está a favor de continuar el proceso de normalización de las relaciones entre ambos países? Escucha el interés, cree que con ello garantiza varios tópicos, entre ellos La Florida.

El pueblo norteamericano, luego del discurso de hoy, sabrá delimitar perfectamente qué lado es el que insiste en el enfrentamiento; quién en realidad desoye a la comunidad internacional; quién está respondiendo a la presión de los que en Miami viven y han hecho carrera política basados en el diferendo y no les conviene que haya entendimiento.

Los cubanos, con nuestro Presidente Raúl, somos los únicos con derecho a definir nuestro futuro, porque desde hace mucho tiempo la soberanía y la dignidad no se negocian. (Por cierto, si nuestro Presidente ha durado muchos años – a decir irrespetuosamente de Trump- ya lo decían nuestros médicos hoy: es porque la Revolución creó para todos un sistema de salud en Cuba con los mejores profesionales del mundo.)

El desconocimiento de nuestra historia, el no reconocimiento de nuestros derechos, solo ratifican el desprecio que existe y ha existido hacia los pueblos de América Latina y la intención clara de dominación. Jugar con imágenes sagradas de la patria solo puede hacerlo quien no cree ni en la suya; porque si lo hiciera, comprendería qué es mejor en realidad para ambos pueblos. De este lado del estrecho, hay cubanos listos para seguir luchando por la paz y para defender a su país.

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