Santiago de Cuba erguida a un mes del huracán


Por Martha Cabrales Arias
Fuente, http://www.prensa-latina.cu/

Santiago de Cuba.- Las estrictas medidas higiénico- sanitarias puestas en práctica en centros laborales y educacionales de esta ciudad para evitar la propagación de enfermedades son hoy uno de los signos visibles del impacto hace un mes del huracán Sandy.Por estos días resulta común entre los lugareños el comentario de que se lavaron las manos con agua clorada o pasaron su calzado por esa fórmula unas 10 veces o más en correspondencia con el número de recintos que visitaron en pos de trámites y actividades diversos.

Es así porque resulta inviolable en el funcionamiento de las instituciones de todo tipo la disposición de recipientes en las puertas de entrada para garantizar que las personas cumplan con ese elemental requisito de la higiene.

Tras la catástrofe originada por el meteoro, uno de los peligros que acechan es el de las epidemias y el empeño es seguir preservando, a toda costa, las vidas humanas.

En los demás ámbitos de la cotidianidad, la vida regresa a su ritmo normal, con los servicios de agua, electricidad y telefonía garantizados en la gran mayoría de los hogares, tras el esfuerzo descomunal de los trabajadores santiagueros y otros llegados desde las restantes provincias.

A 30 días del azote de Sandy, la situación de la vivienda se erige como el problema mayor, derivado del imperativo de solucionar la pérdida o afectación de más de 171 mil casas y los perjuicios de techos de otras edificaciones.

En los barrios se agilizan los trámites para la distribución de los materiales de construcción, tras la identificación de los núcleos familiares más necesitados de créditos bancarios, subsidios y bonificaciones, de acuerdo con la voluntad gubernamental.

La vuelta a la normalidad, no obstante, lleva el lastre de la rehabilitación más demorada para quienes perdieron sus moradas y pertenencias bajo el azote implacable de los vientos.

Los alimentos secos y otros rubros de la generosa ayuda llegada desde otros países, encabezados por Venezuela, se reparten prioritariamente en las escuelas y hospitales y entre los núcleos familiares y asentamientos más dañados por el huracán.

Funcionan los semáforos y la limpieza de calles y avenidas apena recuerda los grandes amasijos verdes que entorpecían el tráfico tras la caída de decenas de miles de árboles, mientras que la vida cultural de la ciudad da igualmente indicios de revitalización.

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