Seamos Gandhi, nunca Peters

Pedro Dominguez Brito
Especial/Noticias A Tiempo.Net
E-mail: josemlct11@hotmail.com

Valoro las anécdotas que me motivan a reflexionar sobre la condición humana. Sus enseñanzas son extraordinarias. En ocasiones sus protagonistas no representan los mejores modelos a seguir, pero sus ocurrencias son relevantes. Sugiero, por ejemplo, leer ciertos sucesos donde participaron Ulises Heureaux (Lilís), Abraham Lincoln, Winston Churchill, Bernard Shaw, la Madre Teresa…

Ahora, por medio de las redes sociales, recibimos con frecuencia estosbreves relatos, que representan lo mejor de la defensa de la dignidad y del honor, de la genialidad, de las palabras precisas, del humor, de la maldad para no imitarla y saber enfrentarla… Y nos ayuda a conocer la historia de una humanidad simple y complicada, pacífica y turbulenta, unida y dividida.

La siguiente anécdota –que transcribo con algunos cambios de forma- cuenta episodios atribuidos a Mahatma Gandhi, cuando estudiaba derecho en “The College University”, en Londres. Allí impartía docencia el señor Peters, quien intentaba burlarse de Ghandi cada vez que podía, buscando la oportunidad de acorralarlo o de humillarlo. Las respuestas del alumno fueron un fiel reflejo de lo que sería años después: uno de los más grandes personajes del siglo XX.

Un día, el profesor Peters almorzaba en el comedor de la universidad. Gandhi vino con su bandeja y se colocó a su lado. El catedrático, en tono altanero, le dijo: “Señor Gandhi, ¿no sabía usted que un puerco y un pájaro nunca se sientan a comer juntos?”. A lo que Gandhi contestó: “Esté usted tranquilo, que ya me voy volando; y se cambió de mesa”.

El académico, verde de la rabia, decidió vengarse en el próximo examen, pero Gandhi completó con brillantez todos los puntos. Entonces, le preguntó al estudiante: “Si usted va caminando por la calle y se encuentra con una bolsa; dentro de ella están la sabiduría y mucho dinero, ¿cuál de los dos escogería?”. Gandhi respondió sin titubear: “¡Naturalmente que el dinero!”. El arrogante Peters, sonriendo, le expresó: “Pues yo, en su lugar, hubiera preferido la sabiduría ¿No le parece?”. A lo que el indio contestó: “Profesor, cada uno toma lo que no tiene”.

Así las cosas, el burlado Peters, histérico ya y fuera de sí, escribió en la hoja del examen, ¡Idiota! y se la devolvió al joven Gandhi, quien calmadamente la tomó y se sentó. Al cabo de unos minutos se dirigió nuevamente al maestro y le dijo: “Profesor Peters, usted me firmó la hoja, pero no me puso la nota”.

Estimados lectores, cuando publiqué esta anécdota en mi Facebook, de inmediato cientos de personas le dieron “me gusta”, la comentaron o la compartieron. Espero que seamos más Ghandi que Peters, y en caso contrario, revisémonos, que algo grave tenemos, empezando por ser infelices.

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